CONVERGÈNCIA I DES-UNIÓ
Focus: Política
Fecha: 12/04/2011
Todos los partidos políticos sin excepción son plataformas de poder, a las que se aúpan sus militantes con objeto de manejarlas en función de sus intereses, que, en principio, deben ajustarse a los valores generales de su opción política. Con el tiempo, los más capaces, los más intrigantes o los más cínicos toman las riendas, crean su “guardia pretoriana” y transforman el partido en un cortijo de su propiedad. En los partidos pequeños, los impedimentos para la “toma del poder” son más limitados.
Este último es el caso de “
Unió Democràtica de Catalunya”, un partido de origen catalán, nacido durante la Segunda República (1931), de fondo conservador, militancia cristiana y sentimiento nacionalista. Ellos se autodefinieron como “un catalanismo progresista de inspiración cristiana”. El partido, como todos los partidos democráticos, tuvo que ocultarse tras la Guerra Civil y se mantuvo en la clandestinidad durante los cuarenta años de la dictadura franquista. Iniciada la transición, el partido reapareció en público. Al principio destacaron los militantes históricos, pero en 1982 (con apenas treinta años) el señor
Duran i Lleida fue nombrado presidente del Comitè de Govern. Y aquí empieza una nueva etapa.
El señor
Duran i Lleida es un político profesional. No está en la política “para forrarse” (como el señor
Zaplana y sus múltiples seguidores), pero sí para ejercer con plenitud “cesarista” su cargo. Es por ello que ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado. La más importante fue atisbar que
UDC – como partido pequeño - pasaría al olvido si no encontraba un vínculo al que adherirse. Y ese vínculo fue
Convergència Democràtica de Catalunya, un partido joven, con un ideario moderno, de carácter laico, planteamientos socialdemócratas, y dirigido por un prometedor líder (
Jordi Pujol).
Los historiadores, dentro de cien años, tratarán de explicar y documentar los porqués de esta alianza (la federación), pero la hipótesis más aceptada es que
Convergència no tenía pedigrí y
Unió – aunque limitado – sí lo tenía. También tenía unos vínculos internacionales (la red cristiana europea) que podían dar mayor notoriedad a la marca
Convergència & Unió.
Claro que han transcurrido muchos años y hoy
Convergència tiene su propio pedigrí y no necesita muletas. Entonces, ¿por qué se mantiene el acuerdo? No sólo eso, ¿por qué se potencia? Y aquí aparece la segunda hipótesis: el señor
Duran i Lleida es un confeso nacionalista español, socialmente retrógrado, muy próximo a los poderes madrileños, que dirige su partido con mano férrea y que no dudaría en conducirlo a un acuerdo con la derecha reaccionaria española que representa el
Partido Popular.
Las corrientes catalanistas de
UDC han sido barridas. Los que optan por un Estado propio han sido ninguneados o animados a dejar la militancia.
Unió Democràtica de Catalunya es hoy día un partido leninista, lo que ocurre es que en lugar de
Lenin (sobre cuya proyección histórica hay una ignorancia supina) tienen a un personaje tan borroso como el señor
Duran i Lleida.
Ahora, los miembros del govern de
Convergència i Unió (en su calidad de ciudadanos de a pie) han hecho el ridículo más espantoso al discrepar públicamente sobre su voto respecto al “
derecho a decidir” (que es un tema crucial de cara al futuro del país). Claramente unos han votado por la independencia de
Catalunya (los convergentes) y otros por el nacionalismo español, con su abstención o su voto negativo (los de
Unió).
¿Qué ocurriría si algún día
Convergència se deshiciera de ese lastre que representa para
Catalunya su vínculo con
Unió? ¿O qué ocurriría si los militantes de
Unió – catalanistas y soberanistas – echaran al señor
Duran i Lleida del partido y compartieran de verdad el proyecto de una
Catalunya independiente?
Algunos piensan que este futurible llegará. Que el señor
Duran i Lleida está en Madrid en “misión de servicio”, con objeto de negociar con sus amigos y aliados de la Corte el nuevo “pacto fiscal” que propone
Catalunya, y que luego, si el resultado es el perseguido, se le premiará con una suite permanente en el Hotel
St. Regis, de
New York, donde podrá empezar una nueva vida, como corresponsal de
E-Cristians, el grupo ultraconservador católico que dirige su buen amigo
Josep Miró i Ardèvol.
Por el bien de todos, que así sea.
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