CULTURA FINANCIERA
Focus: Economía
Fecha: 21/11/2008
Mientras los “líderes” del mundo (es un suponer) se reúnen para
“refundar el capitalismo” (misión imposible), la letra menuda va describiendo prácticas financieras que nos han llevado al marasmo. Probablemente la peor es el excesivo
apalancamiento, es decir hacer operaciones financieras con dinero ajeno.
Durante los últimos diez años se han comprado multitud de empresas en todo el mundo poniendo sólo el diez por ciento de la transacción sobre la mesa y cubriendo el noventa por ciento restante con deuda. Yo pago diez y la banca pone el dinero que falta en un préstamo a largo plazo. Además a la banca no le doy garantías personales; me limito a dejar como prenda la totalidad de las acciones de la compañía comprada.
Si sale bien, bingo. Si sale mal, la banca se quedará la empresa y acabará vendiéndola a bajo precio a los propios
directivos que la han hundido.
Otra de las joyas de la corona es el
“short selling” (operaciones a corto). Aquí el escenario es el
mercado de capitales.
Lo habitual es que un inversor compre un activo financiero, lo mantenga en el tiempo hasta que el valor vaya hacia arriba, y luego lo venda generando un beneficio. Esto sería una “posición a largo”. El
“short selling” es todo lo contrario.
Aquí el inversor piensa que el valor de una acción caerá y apuesta por ese valor. Lo curioso es la forma de hacerlo. El inversor no es propietario de la acción sino que la obtiene en forma de “préstamo” de un intermediario, a quien tiene que devolverla en un plazo dado. Una vez en su cartera, vende la acción. Si como es de esperar, la acción baja, la vuelve a comprar y obtiene una ganancia entre el precio a que ha vendido y el precio al que ha comprado. Luego devuelve la acción a su prestamista, pagando el “alquiler” correspondiente.
Pero si en lugar de ser una acción es un millón de acciones, el mercado acusa el impacto de la venta y con toda probabilidad la acción cae en picado y el inversor obtiene pingües ganancias. En 1.992
George Soros apostó por la caída de la libra e invirtió en la apuesta a corto 10.000 millones de dólares. La libra cayó y
Soros obtuvo en una noche un beneficio de 1.000 millones de dólares. ¿Cayó el valor de cambio de la libra porque la economía británica estaba mal o cayó porque el señor
Soros y otros inversores apostaron por hundirla?. Nunca se sabrá.
Lo que sí resulta evidente es que el divorcio entre la
economía real (donde se producen y venden cosas) y la
economía de casino es cada vez mayor.
Y así nos va.
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