CULTURA Y TERRITORIO
Focus: Sociedad
Fecha: 17/09/2010
El señor Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, está empeñado en liquidar cualquier vestigio que guarde relación con las raíces culturales del País Valencià.
El señor Camps, que parece un vendedor del Corte Inglés en horas bajas, insiste en la castellanización del territorio bajo su mando y define el “valencià” como una lengua original, distinta del “català”, aunque no por ello menos pintoresca. Él, evidentemente, prefiere el castellano, opción que en la capital de Valencia es patrimonio de la burguesía más rancia y de los trepadores de la pirámide del ladrillo.
Si tienes ciertas nociones sobre la época medieval, eres capaz de comprender porqué la lengua y la cultura catalanas se extendieron por buena parte de la franja mediterránea. Fue en la primera mitad del siglo XIII cuando Jaume Primer conquista Valencia y Mallorca, lo que conlleva una fuerte corriente migratoria desde el norte del Principat a las nuevas fronteras del sur. Viajan y llevan consigo su lengua y su cultura.
Milà i Fontanals estableció en 1861 las bases de la división dialectal del català en dos grandes bloques: el oriental y el occidental. En el primero se encuentran el Català nord-occidental, el Valencià de transició o tortosí, el Valencià y el Mallorquí. En el segundo hallamos el Septentrional o rossellonès, el Central (que incluye el Barceloní), el Baleàric y el Alguerès. En cualquier caso, se use más o se use menos, el català es la lengua común de la que derivan versiones dialectales.
Los poemas de Ausias March (como “Plena de Seny” o “Llir entre Cards”), las novelas de Joanot Martorell (como “Tirant lo Blanch”) o la extensa obra ensayística de Joan Fuster (los tres autores de origen valenciano) están escritas en valencià (uno de los dialectos del catalán) y forman parte de ese patrimonio cultural.
El señor Camps y sus monaguillos deberían prestar menos atención a sus trajes y a sus coches de alta cilindrada, y preocuparse un poco de sus orígenes. Tienen un punto de referencia (la batalla de Almansa / 1707) que inició el proceso de liquidación de la unidad de los Països Catalans, impuso la división territorial e implantó por decreto la lengua castellana en detrimento del català.
Negar los propios orígenes (históricos, culturales y lingüísticos) tiene raíces patológicas.
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