DE MAL EN PEOR
Focus: Política
Fecha: 10/12/2004
La sociedad occidental contempla atónita la continuidad de las torturas infligidas por el ejército de Estados Unidos en Irak, Afganistán y la base de Guantánamo. ¿Qué está pasando?. ¿Puede ser posible que los mandos del ejército norteamericano hayan olvidado las reglas de juego que aprendieron en West Point?. ¿Han perdido el juicio?.
Pues no. La realidad, como es habitual, es mucho más simple.
El Pentágono ha subcontratado una buena parte de los “trabajos sucios” que hay que realizar en tiempos de guerra. Entre un 20 y un 30% de los “soldados” que operan en estas zonas son mercenarios.
¿Y quién está dispuesto a cometer cualquier tropelía, al margen de los derechos establecidos en la Convención de Ginebra?. Aquellos que jamás la han respetado, quienes apenas saben qué significa.
Gentes que pertenecieron a la policía o al ejército de la Sudáfrica del apartheid, a los mismos cuerpos del gobierno de Pinochet, a los más aguerridos defensores de la limpieza étnica en la Serbia de Milosevic.
Nadie les pide referencias. Han sido entrenados para torturar y matar, y ellos cumplen su oficio.
Tienen alrededor de 50 años y no saben hacer otra cosa. Cobran hasta 6.000 € mensuales y no preguntan por qué deben hacer lo que hacen.
Son instrumentos dirigidos por la maldad. Cubren el déficit de un ejército poderoso (el norteamericano), que ha visto reducidos sus efectivos en 700.000 soldados desde el final de la Guerra Fría.
Business is business.
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