DECODIFICAR
Focus: Sociedad
Fecha: 04/03/2011
Hay muchas interpretaciones sobre la sonora revuelta del pueblo en algunos países del norte de África y de Medio Oriente. Lo cierto es que la gente ha tomado la calle y se ha enfrentado a las fuerzas de seguridad de los poderes dominantes, aun a costa de perder su vida en el empeño. Pero, ¿por qué y por qué ahora?
En nuestra reciente referencia a la crisis egipcia ya apuntamos algunas razones. Vamos ahora a ampliarlas para comprenderlas mejor.
La historia nos dice que cuando los precios de los alimentos crecen muy por encima de lo habitual, el conflicto está servido. Pero el factor determinante
es el peso relativo de los alimentos en la renta disponible del hogar.
Tomando valores medios, los hogares americanos destinan el 7% de su renta a la alimentación, el Reino Unido el 9% y Australia el 11%. Pero en Egipto, el peso de los alimentos supone el 38% del consumo del hogar, en Túnez el 36%, en China el 33%, en Nigeria el 40%, en Kenia el 45% y en Pakistán el 46%. Se estima que la mayoría de los países africanos superan de media el 40%, aunque no hay constancia estadística.
El otro factor, que actúa como catalizador de las revueltas, es
la pirámide demográfica, y, en concreto, el porcentaje de población que tiene menos de 30 años. En este caso las cifras son todavía más espectaculares.
En los territorios palestinos (controlados por Israel) el 72%, en Irak el 68%, en Sudán el 67%, en Jordania el 64%, en Egipto el 61%, en Arabia Saudita el 60%, en Libia el 58%, en Argelia el 58%, en Túnez el 52%.
Si a esta explosiva mezcla añadimos las imágenes, que la televisión por satélite ofrece, de un occidente decadente pero todavía hiperconsumista, podemos vaticinar un horizonte lleno de estallidos de odio.
La cuestión es simple: la energía de una juventud sin futuro que exige su derecho a comer y se pregunta ¿por qué nosotros no?
No veo a Occidente con capacidad para responder a esta pregunta.
« volver