DEPLORABLE
Focus: Política
Fecha: 18/01/2013
En una España esperpéntica, que trata constantemente de superarse a sí misma, los hechos se amontonan y no dan tiempo para que el sufrido espectador pueda procesarlos y salir indemne física y mentalmente.
Tras el deprimente espectáculo de la “pascua militar” y su derroche de medallas y condecoraciones con un tufo dieciochesco, hemos tenido ocasión de contemplar la excursión de Barcelona a Girona y Figueres con el tren de alta velocidad.
Parecía una de esas excursiones que se prodigaban en nuestros años escolares, en las que el “hermano de La Salle” nos premiaba por buena conducta y esperaba de nosotros que nos comportáramos como niños aplicados.
En la excursión del AVE ha habido el discurso habitual del señor Rajoy sobre “cohesión territorial”, un obligado esfuerzo para “hablar en catalán y no decir nada” por parte del príncipe Felipe, y un certero análisis del president Mas sobre la brecha existente entre la aportación de Catalunya a España en términos de PIB y la inversión pública en el territorio. El resto de los acompañantes en el vagón presidencial eran figuras decorativas.
El AVE a Girona y Figueres no era necesario, como todavía menos lo eran el resto de AVE’s que se han sembrado con dinero ajeno en todo el Estado. Las prioridades en el transporte ferroviario son otras: primero, las mercancías; luego los trenes de cercanías en las áreas metropolitanas y, por último, una mejora sustantiva de la media y larga distancia para pasajeros. Lo he dicho muchas veces y lo repito: El AVE es un tren para ricos que pagan los pobres, en particular los pobres de los países “habitualmente sospechosos”.
La finura intelectual de mossèn Ballarín ha rescatado una vieja tonadilla que viene a cuento:
“Que buenas son las madres ursulinas, que buenas son que nos llevan de excursión”. Hasta Figueres con el AVE. No hace falta decir más.
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