DESVERGÜENZA
Focus: Sociedad
Fecha: 11/07/2022
Para hacerlo fácil, falta de vergüenza, de ese sentimiento de turbación que nos lleva a moderar nuestras expresiones verbales y gestuales. Vergüenza es comedimiento, contención, respeto. Pues de esto último nada. Debe ser que el verano es más propicio al descaro, a la insolencia, al atrevimiento e incluso a la desfachatez. Ejemplos los tenemos a raudales.
- Es una desvergüenza que un juez de un tribunal acuda a dar una conferencia al colegio de abogados de la capital de una nación cuyos líderes políticos – elegidos democráticamente por la mayoría de la población – fueron sentenciados a largas penas por el propio tribunal que él presidió.
- Es una desvergüenza que ese colegio de abogados, cuya junta tuvo la valentía de enfrentarse al poder político en momentos clave de la Dictadura, haya quedado en manos de colectivos de pensamiento reaccionario ligados al Régimen; al de antes y al de ahora.
- Es una desvergüenza que los abogados catalanes hayan permitido ese progresivo deterioro de su principal centro corporativo.
- Es una desvergüenza que los representantes del PSOE en Catalunya (la submarca PSC) declaren desde la tribuna del Parlament que la actual presidenta Laura Borràs ha de apartarse del cargo en defensa de la honorabilidad del puesto que ocupa, puesto que ellos personalmente contribuyeron a destruir con la aplicación entusiasta del 155 de la Constitución.
- Es una desvergüenza que un partido político que vende independentismo en términos verbales y autonomismo en la práctica (ERC) sugiera veladamente que lo que recomiendan los nacionalistas españoles es lo más “razonable”, por el bien de la institución, bien que no supieron defender cuando correspondía.
- Es una desvergüenza que la lideresa de “En Comú Podem” Jéssica Albiach (que presume de nombre de telenovela venezolana), monte un espectáculo cada vez que tiene un micrófono delante. Ha de tranquilizarse y dejar las
“performances” para las noches del Griego.
- Es una desvergüenza que la expresidenta del Parlament Carme Forcadell –que parece haber sufrido una transformación religiosa tipo “Lourdes”– se apunte al coro de los “legalistas”.
- Es una desvergüenza que no aparezca en Catalunya un líder político (hombre o mujer) capaz de plantar cara a la señora Colau, antes de que la actual alcaldesa de Barcelona acabe su “magna obra”, transformando una bella y antigua ciudad en una mezcla de basurero, parque temático y refugio de trileros internacionales.
- Es una desvergüenza que un denominado presidente del gobierno central tenga el cinismo de felicitar a la gendarmería marroquí por la limpieza étnica realizada recientemente entre los centenares de subsaharianos que pretendían entrar en la “dorada y democrática” Unión Europea.
- Es una desvergüenza que ese mismo ciudadano haga una nueva versión de “Bienvenido mister Marshall” (todavía más cutre que la de Berlanga), tratando de explicar al senil Biden la heroica defensa que el Estado español realiza del flanco sur europeo, frente a la “amenaza terrorista”.
- Es una desvergüenza que “el gobierno más progresista de la historia” destine una ampliación de crédito de mil millones de euros para armas, trajes y gasto ordinario militar.
- Es una desvergüenza que el “moderado” Núñez Feijóo repita las mismas necedades sobre Catalunya que su paisano Rajoy, aquel ciudadano gallego que presidió un gobierno del Estado y que desapareció después bajo la sombra de su propia mediocridad.
- Es una desvergüenza que los responsables de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals hayan abandonado el modelo BBC para adoptar el modelo de las graciosas y vulgares Telecinco y Antena3, y en formato bilingüe.
- Es una desvergüenza que un mafioso de poca monta, que podría estar pegándo al bombo en los partidos de la “roja” y poca cosa más, pero que en la práctica ocupaba altos cargos en el aparato paramilitar del Estado y tenía vía libre otorgada por la cúpula, se hubiera y se haya conchavado con la mafia paralela de la clase política para destruir a cualquiera que discrepara de su “catecismo de mierda”.
- Es una desvergüenza que quienes tenían que defender los derechos de los ciudadanos frente a los abusos del Estado (una organización fiscal independiente) hayan mirado sistemáticamente hacia otro lado, pasando a ser cómplices de los abusadores.
- Es una desvergüenza que los poderes de la Unión Europea, que en principio fueron pensados para garantizar el espíritu de las leyes (como lo entendía Montesquieu), se hayan transformado en un cementerio de elefantes muy bien remunerado, que se limitan a autoprotegerse para mantener sus poltronas y continuar repartiéndose premios.
- Es una desvergüenza que algunos “snipers” independientes tengamos que recordar constantemente a la ciudadanía que la vida es mucho más que “shopping and fucking”.
¿Desfachatez, insolencia, atrevimiento, descaro, falta de respeto? Ponga usted lo que quiera, porque ponga lo que ponga, es una desvergüenza.
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