DEUTSCHLAND ÜBER ALLES

Focus: Política
Fecha: 18/07/2012

Alemania, en su papel de líder de la Eurozona, ha dado su visto bueno a una primera partida del préstamo al Estado Español y ha impuesto sus condiciones. Se ha desmontado el ridículo engaño del gobierno del señor Rajoy, cuando declaraba que la ayuda a los bancos no tendría efectos macroeconómicos. Ha ocurrido justamente todo lo contrario: ninguna de las medidas es neutral. Hemos pasado de un gobierno de saltimbanquis a un gobierno de frikis. La única compensación para la gente de a pie, es que este año los frikis no podrán irse de vacaciones. Les han puesto deberes y hay controles semanales.

Me imagino que los miembros del Tribunal Constitucional alemán (allí en Kalsruhe) observan el fenómeno como si fueran entomólogos. Deben pensar, con razón, si tiene mucho sentido que los contribuyentes alemanes sean los principales actores en la provisión de fondos del European Stability Mechanism. Lo cierto es que los alemanes tienen un pasivo a su cargo de 300.000 millones de euros, que han sido destinados y lo seguirán siendo a solucionar los problemas de una pandilla presuntuosa de sinvergüenzas e incompetentes. Y con una cifra similar, el gobierno alemán cubre en sus presupuestos generales el pago a los pensionistas, a los desempleados (gasto) y el mantenimiento y mejora de sus infraestructuras viarias (inversión).

El Tribunal Constitucional, que no está en Berlín, como tampoco está en Berlín el Bundesbank (banco central), porque Alemania es un auténtico estado federal, tiene el poder de bloquear todas las fuentes de financiación hacia el exterior. Seguro que su dictamen será ajustado a Derecho, porque sus miembros son juristas independientes y no recomendados – como ocurre en España - de los dos partidos políticos españolistas (PP y PSOE), que cocinan a su antojo las sentencias. En Alemania recurrir al Constitucional es una garantía. En España es un esfuerzo inútil.

Se van a tomar algún tiempo. Son conscientes de que si su decisión es negativa, la Eurozona desaparecerá y, muy probablemente, también la Unión Europea. ¿Era ésta la voluntad política de Conrad Adenauer, de Willy Brandt, de Helmut Kohl, de Gerhard Schröder? La opinión pública alemana sabe sobradamente que no, que sus líderes no querían que se repitieran los errores del pasado y que una Europa unida era la mejor manera de asegurarlo. Pero, todo tiene un precio. ¿No será que se está pagando demasiado por todo esto?

Alf Duran Corner

 

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