Focus: Política
Fecha: 23/09/2015
Los ciudadanos catalanes van a decidir en las elecciones del domingo cuál es el camino que va a tomar su nación hacia el futuro, en quien depositan su confianza para dirigir el proyecto y cuál es el guión del relato.
Sabemos sobradamente que hay un frente independentista (Junts pel Sí y la CUP), otro declaradamente españolista (PP, PSOE-PSC, Ciudadanos) y un tercero “no sabe, no contesta” (Catalunya Sí que es Pot y Unió Democràtica de Catalunya).
Sociológicamente este último grupo es el más interesante, pues declaran su amor a los signos de identidad catalanes pero son incapaces de pasar de la teoría a la praxis. De ahí que su postura esté llena de contradicciones, lo que les lleva al campo de la lógica paradójica, que el poeta expresa así:
No quiero que te vayas
ni que te quedes.
Ni que me dejes sola
ni que me lleves.
Quiero tan solo...
Pero no quiero nada,
lo quiero todo.
Su problema es que en política esta opción sólo conduce a un laberinto sin salida posible.
En el fondo, la coalición de Catalunya Sí que es Pot y los restos que quedan, después del naufragio, de Unió Democràtica de Catalunya ya se conforman con el tramposo modelo de la España autonómica, a la que sólo quieren dar más contenido “social” los primeros y recibir un trato más “correcto” por parte del gobierno central los segundos. En términos metodológicos, su análisis de la realidad es muy pobre. Y, ¿a qué se debe su sesgada lectura? Tratemos los dos casos separadamente.
Catalunya Sí que es Pot es una coalición formada por Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Esquerra Unida i Alternativa (EuiA), Podemos y Equo. Los dos primeros partidos derivan del histórico PSUC, del que han heredado ciertos tics de “lucha de clases” que quedan en el terreno de las soflamas antiburguesas. A esto se añade un revanchismo contra las siglas “Convergència i Unió”, que ha gobernado durante una larga etapa la Generalitat de Catalunya, tras la muerte del dictador. Este revanchismo se ha mantenido, a pesar de que ellos han copado el poder municipal durante muchos años (que han transformado en una exitosa agencia de colocación) y además han gobernado en la Generalitat con el tripartito, desde el año 2003 al 2010. Nunca han soportado el estilo de Jordi Pujol; nunca han entendido que en Catalunya esta tipología humana (guste o no guste) tiene perfil propio y es muy representativa de una parte importante de la población. Los éxitos electorales de Convergència así lo demuestran.
Pero su principal error es de diagnóstico. Interpretan que Artur Mas, el actual President, es la continuidad de la política de Jordi Pujol. Yo no sé si Artur Mas cayó del caballo como Pablo en Damasco, pero sí sé que la Convergència Democràtica actual no tiene nada que ver, excepto las siglas, con la de la etapa precedente. Y esto es obra de Artur Mas y de su equipo. No reconocer su compromiso, su tenacidad y su coraje es de bastardos. No entender que el auge soberanista tiene como motor la sociedad civil y que la virtud de algunos políticos catalanes ha sido adaptarse a la voluntad de la ciudadanía, es de miopes mentales.
En cuanto a Podemos, no vamos a insistir en su condición españolista, que esconde bajo las siglas de la coalición. El matonismo del señor Iglesias en Rubí fue un buen ejemplo de su nulo talante democrático. Por último, Equo es un pequeño partido ecologista de origen madrileño, que actúa como guinda de un pastel difícil de digerir.
Esta extraña coalición es como el Corte Inglés: tiene de todo. Su nexo de unión es que van de “progres”, explotando las carencias y dificultades que sufren muchos ciudadanos. Su mensaje de “basta de recortes” es tramposo. Como dicen en América: ”hay que decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. El gobierno de la Generalitat tiene un presupuesto esquilmado y no puede cubrir las necesidades corrientes porque el gobierno central se queda 45 céntimos de cada euro que se recauda en Catalunya. Tampoco puede endeudarse porque el mercado de capitales no acepta su papel. Año tras año, los presupuestos de la Generalitat generan Déficit y hacen que la Deuda Pública catalana crezca. En términos de gestión presupuestaria no se puede hacer más. Por eso es mezquino sacarse cada día de la chistera el tema de “les retallades”, máxime porque cuando ellos gobernaban (en el período del tripartito), vivieron de cerca este contencioso y lo salvaron endeudándose hasta las cejas, porque contaban con la aquiescencia del gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero, gobierno que en paralelo continuaba con su política de extorsión fiscal. Los de “Catalunya Sí que es Pot” (excluyo el frente españolista) deberían asumir sus propios errores y dejar de demonizar al president Mas. No están en condiciones de dar lecciones a nadie: ni el aburrido señor Herrera, siempre dispuesto a pedir explicaciones (no se sabe de qué), ni el cascarrabias señor Coscubiela, cuyo dogmatismo ideológico acaba fatigando al más fiel. En cuanto al señor Rabell, mejor que siga con las asociaciones de vecinos, donde seguro que su activismo tendrá excelentes resultados. Los de Catalunya Sí que es Pot han de tener claro que una cosa es poder y otra que te dejen (You can but you may not).
Vayamos ahora a la cuota residual del renting que representa la actual Unió Democràtica de Catalunya. Resulta triste ver a un grupo de políticos profesionales (que han vivido de la política y de sus derivadas durante muchos años) en un circo que les resulta ajeno. En su día Jordi Pujol pensó que era conveniente que su partido recién fundado (Convergència) buscara un aliado con alguna base histórica. No había mucha oferta en el aparador y compró Unió Democràtica de Catalunya, que en aquella época era un pequeño resto democristiano creado antes de la guerra civil. Creyó que esto le daba un cierto pedigrí internacional, aunque pagó un alto precio por ello. UDC creció porque los pactos con Convergència le asignaban una cuota fija de poder. Entrar en el partido era tener un puesto público asegurado.
La falta de líderes veteranos o su interés marginal por el proyecto de renovación, hizo que un ambicioso y joven señor Duran i Lleida fuera trepando en la pirámide del partido hasta transformarlo en un cortijo propio, donde incluso los peones tenían que tener la autorización de la cúpula vaticanista.
La ruptura con Convergència los ha dejado (nunca mejor dicho) con el culo al aire. Su insistencia en el acuerdo con el gobierno central de turno -en que todo ha de ser legal, en que ha de haber más “seny” que “rauxa”- es un conjunto de lugares comunes que por no creerlos no se los creen ni ellos. Deben decir adiós a una etapa feliz en la que han disfrutado de ese “Madrid al cielo” de sus amores. Se ha acabado. El señor Duran i Lleida, desaparecido en combate. El señor Espadaler en su función de enterrador, siempre dispuesto a atender a los deudos. Requiescat in pace.
No perdamos más el tiempo. Nuestra prioridad es la independencia.