DISCUSIONES BIZANTINAS

Focus: Política
Fecha: 29/04/2011

En Bizancio, capital del imperio romano oriental, eran frecuentes las disputas religiosas sobre temas irrelevantes, como el sexo de los ángeles o el origen del Espíritu Santo. Tan frecuentes que se cuenta que, cuando los turcos invadieron Constantinopla, ocuparon la ciudad sin apenas resistencia, pues el emperador y su círculo más próximo estaban enfrascados en tediosas discusiones sobre teoremas religiosos.

Éste es el origen de las denominadas “discusiones bizantinas”, que se han perpetuado hasta nuestros días y de las que podemos citar algunos ejemplos.

Una de esas discusiones está teniendo lugar ahora en Estados Unidos, a raíz de un artículo escrito por el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, en la revista “Vanity Fair”, sobre el incremento de la desigualdad en su país. Argumentaba Stiglitz que, en términos de renta (ingresos), el 1% de los americanos obtenían anualmente un 25% de los ingresos totales, cuando hace veinte años ese mismo 1% sólo obtenía el 12%. En definitiva, la desigualdad se hacía mayor, más que doblaba.

Y aquí ha empezado el debate, propiciado por Scott Winship, un buen sociólogo con ansias de notoriedad, que ha expresado su desacuerdo con Stiglitz, tratando de demostrar documentalmente que lo cierto era que ese 1% sólo obtenía el 18% del total de los ingresos y no el 25%. Otros se han apuntado y han presentado nuevas cifras, algunas más altas y otras más bajas. Todo ello absurdo e innecesario, pues la única verdad es que la desigualdad en aquel país ha aumentado en los últimos años y lo que convendría investigar es porqué.

El mismo bizantinismo ridículo se da entre los economistas españoles cuando debaten sobre el déficit fiscal de Catalunya, que nosotros ciframos en el 10% del PIB catalán. Tras profundos y elaborados estudios, tenemos un abanico que va desde el 6,8% al 10%, con esotéricos análisis que precisan hasta de dos decimales.

De nuevo podemos decir que la única verdad es que Catalunya soporta desde el inicio de la transición española un déficit fiscal, que por lo bajo (6,8% de 220.000 millones de euros) supone un impuesto adicional de 14.960 millones de euros anuales, que se van de Catalunya para no volver. Dinero de los catalanes, a los que luego hay que reducir prestaciones sociales y educativas, bajar su calidad de vida y no permitirles disfrutar de las infraestructuras básicas que se han ganado con su esfuerzo.

Catalunya soporta un déficit fiscal al que tiene que poner fin. El resto son discusiones bizantinas, que sólo producen irritación y fatiga.

Alf Duran Corner

 

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