Focus: Sociedad
Fecha: 04/11/2024
Yo soy más de la generación del “Guerrero del antifaz” y del declarado fascista “Roberto Alcázar y Pedrín”, pero todavía recuerdo como ya en la segunda adolescencia veía como los más jóvenes se deleitaban con las hazañas del “Capitán Trueno”, un héroe creado por Víctor Mora (un antifranquista militante del PSUC, que estuvo encarcelado un tiempo por su compromiso político), en la que un “caballero español”, en plena Edad Media, recorría el mundo en busca de aventuras para defender a los oprimidos y ayudar a los justos. La historia tuvo tanto éxito que se llegaron a vender 350.000 ejemplares semanales a mediados de los sesenta del siglo pasado.
El “Capitán Trueno” funcionaba como el “ángel protector”, y, sin quererlo se ha constituido en modelo para muchos políticos al uso.
Te protegen y al mismo tiempo te infantilizan. Eres como un niño que no has de preocuparte porque sabes que siempre podrás contar con tu ángel.
Éste es el papel que en su día personificó el candidato Trump y que le permitió batir a Hillary Clinton en el 2016. Y ahora, frente a Kamala Harris, está repitiendo el enfoque.
Ya hemos comentado en otras ocasiones las limitaciones cognitivas del señor Trump (menores que las expresadas públicamente por el presidente Biden), pero ello no significa que su mensaje no pueda llegar a un notable segmento de la población norteamericana, que ve a la capital federal y a su fauna de políticos, lobistas y comunicadores a sueldo, como el núcleo de todos sus males.
El capitán Trueno ha regresado y los salvará de nuevo.
Al candidato Trump le gusta fantasear y esto agrada al pueblo, por mucho que la élite académica lo critique. O quizás todavía más, esta crítica bien cocinada le acaba favoreciendo. Trump se inventa una “cúpula de hierro” que gracias a unas tecnologías muy sofisticadas (que no sabe ni puede explicar) asegurarán la integridad de los diez millones de kilómetros cuadrados del territorio estadounidense. El paraguas nuclear de Reagan – que nunca se hizo realidad – vuelve a escena. Al final lo que cuenta en Trump es su mensaje de cierre: “Nada puede llegar y dañar a nuestro pueblo. Norteamérica primero”.
El candidato no tiene freno, como cuando hace su oración a San Miguel Arcángel y dice: “Oh Príncipe de los ejércitos celestiales, por el poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que rondan por el mundo buscando la ruina de las almas”. Está claro que esos espíritus malignos son los líderes demócratas y por extensión todos los que piensan votar a la candidata Harris.
El será vengativo cuando llegue la hora más difícil. No le temblará el pulso. Responderá “violentamente”. Y lo hará en favor de la gente honesta. “Soy vuestro protector. Quiero ser vuestro protector… Ya no estaréis abandonadas (en femenino), solas o asustadas. Ya no estaréis en peligro”. Es un conjunto de falacias, a veces atropelladas, pero a Trump le funcionan.
Algunos lo califican de “seductor fascista”. Quizás sí. La cuestión es saber cuántos millones de americanos están dispuestos a ser seducidos. En el 2016 obtuvo 63 millones de votos. En el 2020: 74 millones.
Veremos que ocurre mañana.