EL FUTURO DE LA EMPRESA
Focus: Empresa
Fecha: 10/06/2002
La gestión diaria de la empresa abruma al directivo/a competente y le impide tener una visión a largo plazo. Lucha por la eficiencia y ya es mucho si alcanza los objetivos fijados en el plan anual. Es lo que hemos definido en otra parte como “la tiranía del corto plazo”.
Las proyecciones sobre el futuro o no existen o se dejan en manos del área financiera, que no conoce los fundamentos del negocio y que hace ejercicios acrobático-econométricos para casar las cifras (ventas, beneficios de explotación, ebitda, nuevos activos, obligaciones financieras) con las exigencias de los bancos de inversión comprometidos con el proyecto.
Los Consejos de Administración, que deberían velar por la consistencia del plan a largo plazo, se ocupan, en el mejor de los casos, del control de las operaciones. Raramente visualizan el futuro y, cuando lo hacen, ponen su atención en el diseño organizativo (personas y puestos) más que en los fundamentos estratégicos.
El entorno económico favorece esta posición cortoplacista, con el argumento de la velocidad de la tasa de cambio y el acortamiento real del horizonte previsible.
Algunos tratadistas y no pocos managers aseguran que en un medio discontinuo como el que nos ha tocado vivir, el largo plazo no es más que el sumatorio de los sucesivos ejercicios.
En esta coyuntura, hablar de planes a largo plazo es pura retórica.
Resulta curioso que un mundo tan cerrado y convencional como el de la empresa se comporte de manera tan frívola en este terreno.
Una posible explicación es que todos (accionistas, consejeros, directivos) están de paso y creen que el futuro y su complejidad les pillará lejos.
Luego nos hartamos de hablar de competencia y profesionalidad.
Todo hueco.
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