EL INDICE DE DESARROLLO HUMANO
Focus: Economía
Fecha: 23/02/2004
Buena parte de los economistas críticos llevan tiempo cuestionando el PIB per capita como medida de bienestar de un país. No sólo es un indicador grosero en términos económicos, sino que parte de la hipótesis de que el crecimiento del PIB no genera disfunciones. Y esta hipótesis ha quedado desvirtuada por los hechos.
Es por esto que desde hace ya algunos años se contrasta este indicador con el “Indice de Desarrollo Humano”, que incluye otras variables significativas con objeto de matizar las limitaciones del primero.
El Indice de Desarrollo Humano tiene en cuenta los ingresos, pero también la longevidad (que expresa un estado de salud) y los logros educativos de un país.
El componente de longevidad se mide a través de la “esperanza de vida” al nacer. El componente de logro educativo mediante la combinación de la tasa de alfabetismo y de la matrícula combinada de educación básica, media y superior. Por último, los ingresos (PIB per capita) tienen en cuenta la “Paridad del Poder Adquisitivo” (PPA), lo que permite comparar de forma homogénea la capacidad de compra de las naciones, eliminando las diferencias en los niveles de precios (qué cuesta la misma “cesta de la compra” en cada país).
Cuando se hace este ejercicio aparecen algunas sorpresas. Los países que encabezan el índice son Noruega, Islandia, Suecia, Australia y Holanda. En términos de PIB per capita el ranking sería distinto: Luxemburgo, Irlanda, Estados Unidos, Islandia y Noruega.
Y es que se puede compatibilizar un PIB per capita alto con unas condiciones laborales precarias, un nivel de endeudamiento familiar exagerado y una asistencia sanitaria bajo mínimos.
Entre los, supuestamente ricos, países productores de petróleo, encontramos a Qatar en el puesto 44 (ocuparía el 25 en términos de PIB), Kuwait en el 46 (ocuparía el 29), los Emiratos Arabes Unidos en el 48 (ocuparía el 23) y Arabia Saudí en el 73 (ocuparía el 40). No es oro todo lo que reluce.
La política económica de un gobierno no puede prevalecer sobre su política social y sobre su política educativa. Cuando ello sucede, la calidad de vida de los ciudadanos de un país se deteriora.
Los gobernantes que han hecho del PIB un tótem unidimensional, o son unos ignorantes o son unos cínicos.
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