EL LABERINTO

Focus: Economía
Fecha: 17/06/2011

El laberinto es un lugar formado por calles y encrucijadas, intencionadamente complejo, para confundir a quien se adentre en él. Este concepto nos sirve como metáfora de la voluntad de confundir a la sociedad que practican cotidianamente inversores, bancos, políticos y medios.

Si tiramos de la cuerda, vemos que algunos países europeos que comparten el Euro como moneda común (Irlanda, Grecia, Portugal) han sido “intervenidos” (que significa sometidos a control) por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. La razón es que han vivido por encima de sus posibilidades, se han endeudado para cubrir estos excesos y ahora no pueden devolver los créditos. Técnicamente se han declarado insolventes.

Pero para que no estalle el pánico (y aquí empiezan las trampas), el BCE y el FMI (cuyos socios son los países occidentales y los que poseen las mayores reservas de divisas), les prestan más dinero (a un buen interés) para que traten de recuperarse, obligándoles en paralelo a reducir sus gastos, con especial énfasis en los sociales. ¿Y esto lo hacen porque son “buenos chicos”? Pues no, lo hacen porque la banca europea privada es la que prestó ese dinero y quiere reciclarlo. En una situación normal, esos países se declararían insolventes y negociarían con sus acreedores la devolución de los préstamos a largo plazo, con quitas del 50 o del 60%. Claro que esto perjudicaría gravemente a los bancos europeos, a sus accionistas y a sus directivos. Y esto no conviene al poder establecido.

Y seguimos tirando de la cuerda: la Unión Europea y su brazo financiero (el BCE) han puesto deberes a los países con mayor déficit presupuestario (más gastos que ingresos) y a los que acumulan deuda pública por encima de los estándares fijados. Uno de los “chicos malos” es el Estado Español. Hay que reducir el déficit, y, como los ingresos han caído (menos actividad económica, menos impuestos), hay que cortar los gastos, en particular los gastos sociales. Y como el Estado Español tiene cierto grado de descentralización (las Autonomías), ha pasado los deberes más abajo y ha avisado con sanciones a quien no cumpla.

Y seguimos tirando de la cuerda: El recién estrenado Govern de la Generalitat de Catalunya ha prometido apretarse el cinturón y lo está haciendo, pero ha declarado con argumentos que no puede llegar en el 2011 a la “nota de corte”, entre otras cosas porque el gobierno central no le paga los 1.450 millones de euros que le debe. Esos 1.450 millones (que corresponden a un mal denominado “fondo de competitividad”) no son más que la exigua compensación del tradicional saqueo anual de las arcas públicas catalanas (un promedio de 15.000 millones de euros anuales) que se disipan entre otras comunidades, bajo el paraguas de los Presupuestos Generales del Estado.

Y continuamos tirando: El gobierno central, haciendo caso omiso de sus “planes de austeridad”, sigue su aberrante proyecto del AVE (Madrid – Galicia, Madrid – Extremadura, etc.), proyecto sobre el que ya hablamos recientemente y que no tiene la menor justificación desde una perspectiva económica. El error ya se ha cometido, pero, como mínimo, debería dejarse en suspenso. Hay que “apretarse el cinturón”, pero, al parecer, la exigencia va por barrios.

Y siguiendo la madeja, aparecen las agencias de calificación. Standard & Poor´s , Moody´s y Fitch, los tres grandes del sector (que fueron en buena parte responsables del estallido de la crisis financiera internacional, por su ligereza en la calificación de determinados activos financieros), van haciendo de sheriff y amenazando a los gobiernos que no cumplan las exigencias que dictan los “mercados”, amenazas que se concretan con bajadas de las calificaciones de la deuda pública y privada. Si bajan la calificación, colocar deuda resultará más caro.

Y tirando un poco más, resulta que los “mercados” no son otros que los grandes prestamistas (bancos, fondos de inversión, fondos soberanos, fondos de cobertura, etc.), a los que previamente (desde el 2007 hasta ahora) los gobiernos occidentales han salvado de la quema mediante grandes préstamos con dinero público (que es dinero de los contribuyentes) para salvaguardar intereses privados. Y ahora esos “mercados” sacan pecho y alardean de sus éxitos, como lo ha hecho Josef Ackermann, consejero delegado del Deutsche Bank, que ha presentado las cuentas del primer trimestre del año con un beneficio antes de impuestos de 3.500 millones de euros. Sería bueno conocer la fuente de estos beneficios, aunque se presume que buena parte de ellos proceden de los créditos a los “chicos malos”.

Y de tanto tirar se rompe la cuerda. Hasta que no tengamos claro que un acreedor es también responsable del volumen de los créditos concedidos (a mayor interés, mayor riesgo) y que en este sentido hay que reestructurar la deuda de países, empresas y particulares, no levantaremos cabeza.

La sociedad se ha empobrecido, pero esto afecta a todo el mundo. Sin privilegios.

Alf Duran Corner

 

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