EL MATRIMONIO
Focus: Sociedad
Fecha: 06/05/2005
La España profunda, resabiada y triste, ha reaccionado indignada ante el proyecto de ley, aprobado por mayoría parlamentaria, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La jerarquía de la Iglesia católica y sus poderosos lobbies han disparado sus arengas habituales. No se acostumbran a los valores democráticos. Los aceptaron a regañadientes. Nunca han apostado por ellos.
Los homosexuales se sienten discriminados y exigen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Es de estricta justicia que su orientación sexual no se los limite.
Los gays podrán casarse, comerán turrón y serán felices. Como el resto de los mortales.
En esto, como en casi todo, domina lo que en estadística se define como “la curva de la normal”, aquello que es representativo para la mayoría de la población (del 95 al 97%).
Otra cosa es confundir la “normalidad” estadística con lo correcto, con lo que debe hacerse para no caer en el ámbito de lo patológico.
El “matrimonio” es un invento humano que tiene como principal función el control de la sociedad. El matrimonio sirve para “regular” las relaciones, para “legitimar” los derechos y deberes, para “asegurar” la continuidad programada de la especie.
En el siglo XXI y en un país moderno y desarrollado (aunque sólo lo sea desde una óptica meramente económica), el matrimonio es un contrato a tiempo parcial con cláusulas de revisión y fecha de caducidad.
Hay otras fórmulas de relación social, tan dignas como el matrimonio y mucho menos aburridas, que funcionan y funcionan bien para beneficio de las partes interesadas.
Pero el Estado, dominado por los representantes de la “curva de la normal”, no ve con buenos ojos estas alternativas y reconduce las disidencias hacia la “normalidad”.
Por eso tenemos matrimonio gay (aunque los ultramontanos se enerven). La Ley les amparará y protegerá sus derechos : pensiones, herencia, propiedad, etc.
Pero les recomiendo que sean cautos y no transformen una relación cómplice, amorosa, pasional y esperanzadora, en una prisión institucionalizada y decadente.
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