EL PROCESO

Focus: Economía
Fecha: 11/01/2023

El señorito Bolaños, ministro de no sé qué del “gobierno más progresista de la historia”, ha declarado públicamente que el proceso independentista se ha acabado. El señorito Bolaños, que es un empleado del señorito Sánchez, me recuerda a un compañero de colegio, muy comedido el chico, que cada vez que hacía el ejercicio gimnástico de saltar el plinto, se apartaba unos metros y se peinaba con singular gracejo.

El señorito Bolaños, cuando acabó la carrera de Derecho, entró en un bufete de abogados como pasante, como cualquier otro hijo de vecino, y se dedicó a hacer fotocopias. Al poco tiempo se incorporó como funcionario al Banco de España y una vez alcanzado este estatus no se ha movido del aparato burocrático.

El señorito Bolaños, para conseguir la entrada en la colmena del Estado, empezó en una área superficial, pero poco a poco se adentró en la zona profunda, y de allí ha pasado a la categoría máxima del poder ejecutivo, en calidad de ministro.

El señorito Bolaños no es un rara avis (un ave extraña), pues comparte con sus compañeros de gabinete (bonita y cursi palabra) el haber hecho oposiciones para alcanzar un puesto de funcionario, que es como un seguro a todo riesgo en términos laborales. En éste y en otros muchos sentidos es una réplica de su patrón, el señorito Sánchez.

El señorito Bolaños reporta al señorito Sánchez, que es más alto que él, lo cual explica porque este último es el presidente del gobierno. La altura es un atributo relevante para ocupar esta plaza, con algunas excepciones notables como el señorito Aznar.

El señorito Bolaños, refiriéndose a aquellos ciudadanos catalanes que continúan luchando por la independencia de Catalunya, ha dicho que “si no formas parte de la solución es que formas parte del problema”. Lo que no ha aclarado es cuál es la solución y cuál es el problema. Para esos independentistas probablemente el problema es que Catalunya esté vinculada al Estado español y la única solución es salir de ese Estado.

El señorito Bolaños, a modo de una excusa más propia de la vecina del sexto, ha declarado que no es su partido (el etiquetado como “partido socialista obrero español”) el que ha dicho que el proceso se ha acabado, sino que han sido los propios líderes independentistas los que así lo han asegurado. El señorito Bolaños no ha explicitado el nombre de esos líderes, ni cuando ni donde lo dijeron.

El señorito Bolaños, que fue en su época de estudiante un chico aplicado, sabe o debería saber que la deducción va de lo general a lo particular y la inducción de lo particular a lo general. En el caso del proceso independentista, el señorito Bolaños pasa de lo particular (unas declaraciones de alguno de los supuestos líderes, que no de todos) a lo general (la población catalana partidaria de la independencia). Y estos errores metodológicos no son dignos de un miembro de su condición. Debería apuntarse a un curso de repaso.

El señorito Bolaños, cada vez más seguro de sí mismo, ha manifestado que la tensión vivida entre Catalunya y España en el 2017 “hoy ya es historia” y que “hay que ser capaces de mirarnos a los ojos y buscar lo que nos une”. Como esto es pura lírica más propia de un bolero caribeño que de un análisis político, y hay que decodificar el mensaje, se supone que el señorito Bolaños se refiere a la gravísima tensión provocada en Catalunya cuando unos ciudadanos catalanes pretendían ejercer su derecho al voto y fueron agredidos brutalmente  por las fuerzas del orden del gobierno de España, en cuyo acto el Partido Popular en el gobierno contó con la adhesión entusiasta del partido que dirige el señorito Sánchez, un partido que se autodefine como “obrero y socialista”.

El señorito Bolaños, que es “de letras”, quizás no comprende bien lo que significa el “Déficit Fiscal” de Catalunya. Pero no ha de preocuparse y estudiar econometría para llegar  a ello, pues solo cabe recordar las reglas básicas de la aritmética más simple (sumar y restar). Porque si sumamos todo lo que pagamos los contribuyentes catalanes (los independentistas y los que no lo son) en términos de impuestos y le restamos lo que esos contribuyentes reciben en términos de prestaciones e inversiones en su territorio, obtendremos la cifra mágica del Déficit. Pagamos mucho más de lo que recibimos, año tras año, desde la implantación por decreto de la “democracia totalitaria”. Si Catalunya fuera un Estado independiente y gestionara sus impuestos, la calidad de vida de sus ciudadanos (de todos ellos) sería similar o superior a la de cualquier país del hemisferio norte. Por ejemplo en el 2019 el Déficit Fiscal de Catalunya totalizó 20.196 millones de euros. Esto significaría que si los actuales presupuestos son de 45.000 millones, una Catalunya independiente dispondría de 65.000 millones.

Seguro que ahora el señorito Bolaños comprenderá que muchos independentistas expresen su indignación ante la convocatoria de una reunión hispano – francesa de “alto nivel” en Barcelona entre el señorito Sánchez y el señorito Macron.

A todo esto en Catalunya lo calificamos de una forma muy simple: Se’ns pixen a la cara i diuen que plou”. Creemos que el señorito Bolaños debería recordar a su jefe, el señorito Sánchez, las bases elementales de la dialéctica hegeliana y es que cuando parece que todo se acaba, empieza de nuevo: Tesis, antítesis, síntesis.

 

 

Alf Duran Corner

 

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