Focus: Política
Fecha: 14/06/2018
La finura analítica de Joan Ramón Resina sortea el manoseado mensaje de Lampedusa (“Es menester que todo cambie, para que todo siga igual”) e introduce un momento clave del relato, bien retratado por Bertolucci, cuando los partisanos se dan cuenta de que “el patrón sigue vivo”. Y es que la caída del gobierno Rajoy (PP) no supone más que el relevo por un gobierno Sánchez (PSOE), que ha estado asociado hasta ahora al feroz proceso de acoso y derribo de las instituciones catalanas, sus líderes políticos y sociales y el conjunto de la ciudadanía.
El marco de referencia no ha cambiado: nacionalismo español puro y duro. Cuanto más agresivo mejor, si quieres mantener e incluso mejorar tu cuota de mercado electoral en el Estado. La prueba empírica más simple es el sumatorio de votos hacia las tres marcas españolistas: PP, PSOE y Ciudadanos. Ya lo decían en la tramposa Transición: “A los catalanes, ni agua”. “El patrón sigue vivo.” Veamos algunas muestras.
El primer nombramiento del gobierno Sánchez (primus inter pares) ha sido el del ministro de Exteriores señor Borrell (Pepe Borrell). Con este gesto (que se podría haber ahorrado) ha querido rendir homenaje a un personaje siniestro, con un historial tortuoso a lo largo de su carrera (promotor del macrotransvase del Ebro, fraude de la cúpula de Hacienda en Catalunya, incompatibilidades público-privadas, solidaridad con los responsables del Gal, contencioso Abengoa -con falseamiento de cuentas, sueldos millonarios y quiebra fraudulenta-, etc.), y que además comparte mesa con lo más florido de la ultra derecha hispánica. Su miserable discurso haciendo mofa del vicepresidente Junqueras (que estaba y sigue en prisión) es la mejor prueba de su baja catadura moral. Que la ministra de Educación y portavoz , señora Celaá, haya declarado, en su primera comparecencia, que “el ministro Borrell es un buen faro para seguir orientando la política catalana” lo dice todo sobre la pobre capacidad de razonamiento de este gobierno de “izquierdas”.
Luego viene Carmen Calvo, en calidad de vicepresidenta única, y que aparte de jurista y constitucionalista, fue ministra de Cultura en el gobierno de Rodríguez Zapatero. Y como ministra de Cultura defendió con vehemencia la “fiesta de los toros”, lo cual ya es suficiente para situarla en términos éticos. La señora Calvo, para mejorar currículum, fue la acompañante de la señora Sáenz de Santamaría en el diseño para la aplicación del artículo 155 en Catalunya, tarea en la que se sintió muy realizada. Que se declare progresista y feminista con esta trayectoria, es para cuestionar su sentido de autocrítica.
El señor José Luis Ábalos también ha recibido un premio a su fidelidad, como principal escudero del señor Sánchez. Nombrado ministro de Fomento, tendrá a su cargo una gran partida presupuestaria para infraestructuras. No creemos que cambie nada, en particular la peregrina idea de que el “corredor del Mediterráneo” ha de pasar por Madrid. Militante del PCE en su juventud, pronto recaló en el PSOE versión valenciana, época en la que el señor Lerma repartía caramelos entre amigos y conocidos. Forma parte de la vieja guardia, con casi cuarenta años a sus espaldas. Quizás por eso tiene en ocasiones excesos verbales, como cuando ya ganada la moción de censura, alardeó sobre la continuidad o no del 155, como si de él dependiera. No sabemos si comparte la afición de la señora Calvo a los toros, hipótesis previsible ya que su padre fue torero.
La señora Nadia Calviño es una sorpresa como ministra de Economía en un gobierno “socialista”. En la actualidad es directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, y como tal con gran poder sobre los fondos de la UE. Es funcionaria de carrera (los tecos = técnicos comerciales y economistas del Estado). De pensamiento económico neoliberal, preconiza la austeridad en las cuentas públicas. No es anecdótico que haya recibido la felicitación efusiva de la señora Botín, presidenta del Santander. Como buena nacionalista española, alabó en su día el panfleto, disfrazado de ensayo “Patria” de Fernando Aramburu, diciendo que “era un excelente recordatorio de un doloroso conflicto sin sentido, alimentado (como todo) por el miedo, la ignorancia, la manipulación, el fanatismo político y los mitos del nacionalismo”. Claro que “de casta le viene al galgo”, pues su padre, José María Calviño, que fue el primer director de Radio y Televisión Española del gobierno de Felipe González, apostaba por hacer de TV3 una “televisión antropológica”.
Y sigue la lista, eso sí asimétrica (más mujeres que hombres), con lo que se alimenta a la progresía mal informada.
La señora Margarita Robles, otra de las más fieles seguidoras de Sánchez, ocupará el ministerio de Defensa y controlará el CNI, “servicio de inteligencia” del Estado, que en el gobierno del PP dependía de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. La señora Robles es un “pata negra” de la política. Fue secretaria de Estado de Interior, cuando Juan Alberto Belloch era el superministro de Justicia e Interior, en el último gobierno González. Magistrada del Supremo en excedencia, reconoce que le gusta el mando y lo ejerce tanto como puede. Una de sus actuaciones más polémicas, en su época de vocal del Consejo General del Poder Judicial, fue maniobrar para acelerar la suspensión de su antiguo colega el juez Garzón. Respecto al independentismo catalán su posición es muy crítica, con adjetivos como “bochornoso”, “lamentable”, “no democrático”, “inquietante”, “ilegítimo”, etc. Con esta obsesión, no sé si estará muy interesada en limpiar, aunque sea de forma simbólica, las cloacas del Estado.
María Jesús Montero, que como consejera de Hacienda del gobierno andaluz ha pasado de puntillas sobre el contencioso de los ERE, a pesar de que lleva dieciséis años en distintas posiciones de los gobiernos de Chaves, Griñán y ahora de Díaz, será la nueva ministra de Hacienda. Defiende un modelo de financiación que favorece todavía más a las autonomías subvencionadas. Mala noticia para Catalunya.
Fernando Grande-Marlaska, hasta ahora presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y vocal del Consejo General del Poder Judicial (a propuesta del PP) ha sido nombrado ministro del Interior. Muy mal lo tendrá que hacer para hacerlo peor que su predecesor señor Zoido. Desde su ingreso en la carrera judicial en 1987 ha ido escalando puestos hasta llegar a la cumbre. Tiene algunas zonas turbias, como su dureza en la persecución de los sospechosos de terrorismo (caso de la sentencia de la Audiencia Nacional, que absolvió a los 40 jóvenes acusados, en la que se considera que el juez central de instrucción (Grande-Marlaska) no tomó medidas para evitar que fueran torturados; como su voto particular contra la absolución de activistas del 15-M; como su obsesión con Arnaldo Otegui, a quien llevó a juicio con posterior condena por actos de naturaleza política; como la apertura de un juicio oral por “injurias a la Corona” a varios artistas gráficos de “El Jueves”. En cuanto a su posición respecto al “desafío soberanista” su respuesta lo delata: “Me preocupa que se pueda poner a las instituciones democráticas entre la espada y la pared, que no se aquieten todos los comportamientos al ordenamiento jurídico vigente”. O sea que para él es más importante el Derecho que la Justicia.
Teresa Ribera, que fue Secretaria de Estado con Rodríguez Zapatero, ocupará el cargo de ministra de Medio Ambiente y Energía. Su historia política está marcada por haber avalado desde aquella secretaría de Estado el proyecto Castor y en especial la declaración de impacto ambiental. Su gestión durante todo el proceso constituyó un cúmulo de errores, errores que fueron asumidos por el gobierno Rajoy con las consecuencias de todos sabidas. Se la podía haber nombrado para cualquier otra cosa, pero no para ésta. La gente del Ebre estará “encantada” con su designación. Hay un resto de personajes sobre los que no vamos a entrar. Forman parte del mobiliario, un mobiliario con dominancia de funcionarios, como lo fue el anterior.
Lo que resulta evidente es que, como relata Lampedusa, “el patrón sigue vivo”. Vamos a dejarlo metafóricamente en un patrón de conducta de un Estado centralista (no le llamemos jacobino, por respeto a Robespierre y a Saint-Just), que no admite la diferencia. Hablar ahora de nuevo de nación de naciones es volver a hacer trampas. Y lo ha dicho un ciudadano que hace pocos días declaraba: “El señor Torra no es más que un racista al frente de la Generalitat de Cataluña”.
Resumiendo: el relevo me gusta tan poco como el anterior. Los mismos “memes”. Como diría Chavela Vargas: “¡Qué les vaya bonito!”
Nosotros a lo nuestro, que es el derecho a la autodeterminación a través de un referéndum. No nos confundamos: queremos la independencia y lucharemos por ella. No me basta “hacer República”, quiero una “República independiente”.