EL "REVIVAL" RELIGIOSO
Focus: Sociedad
Fecha: 04/02/2005
Desde las plataformas mediáticas, el hecho religioso está invadiendo la vida cotidiana de muchos ciudadanos, que no tienen suficiente con soportar las guerras y sus efectos, las catástrofes naturales, la tensión medioambiental, sino que además tienen que estar constantemente vacilando entre la mortificación y la plegaria.
Los poderes fácticos (la cruz y la espada) han dominado la historia de la humanidad desde sus orígenes. Y lo siguen haciendo.
Pero en tanto que la milicia se ha modernizado y es capaz de matar “limpiamente” con una tecnología punta, desde una plataforma situada a miles de kilómetros, los oficiantes religiosos siguen con sus ritos ancestrales y sus relatos para no dormir.
En la vieja Europa, la práctica religiosa es escasa y cada vez más minoritaria. Las encuestas nos dicen que una gran mayoría de jóvenes no tienen ningún interés por la religión. Sin embargo, los guardianes de la fe continúan vendiendo su mercancía, aun a sabiendas de que el producto está obsoleto.
Y además hacen ruido y opinan sobre cualquier tema, asumiendo una representatividad político-social que nadie les ha otorgado.
Algunos analistas de la señorita Pepis hablan de anticlericalismo y de visceralidad, cuando apenas hay clérigos y los intestinos tienen otras exigencias.
Hace cincuenta años había algunos ateos ilustres y muchos creyentes no ilustrados. Hoy los ateos son una rareza y los creyentes tienen fecha de caducidad.
Un sano escepticismo ha producido una generación de agnósticos, que aceptan la definición de Thomas Henry Huxley quien afirmaba que las ideas metafísicas no pueden ser demostradas ni refutadas. Luego, no merece la pena perder el tiempo con ellas.
A los defensores del “revival” religioso se les debería recordar que para muchas personas la existencia o no existencia de Dios es un asunto superfluo, lo cual no quita que se respete a cualquiera que contemple una de las dos alternativas, si esto mejora su calidad de vida.
Ya a principios del siglo XIX, un matemático como Laplace explicaba a su emperador que el pensamiento no era más que una matriz de fluctuaciones electromagnéticas en el cerebro. Y cuando Napoleón le preguntó: Y dónde queda Dios en todo esto?, Laplace le respondió “no he tenido necesidad de introducir esa hipótesis”.
Eso es lo que hay. El resto es folklore.
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