EL SISTEMA AUTONÓMICO
Focus: Política
Fecha: 17/01/2011
La organización administrativo-política del Estado Español está siendo cuestionada desde distintos ángulos, y parece que hay un consenso mayoritario, entre los gobernantes en ejercicio, de su fracaso como proyecto cuasi-federal.
Nosotros compartimos este punto de vista, pero como decía
George Edward Moore, uno de los pioneros del método analítico, se puede estar de acuerdo por razones diametralmente distintas. Y éste es el caso.
El “Estado de las Autonomías” fue un invento de la UCD, en pleno postfranquismo, para aguar las legítimas aspiraciones de las naciones del Estado Español (al margen de la gran
Castilla) que exigían cotas de independencia.
Euzkadi (y la dócil Navarra) se salieron de ese disparate gracias a unos “derechos forales” que habían atravesado la espesa cortina de las guerras carlistas. Al final, el modelo autonómico quedó reducido a
Catalunya y a las regiones de la gran
Castilla.
Y con una superestructura ideológica sin fundamentos, se montó una infraestructura política sobredimensionada, que ha engrandecido el aparato del Estado, ha disparado su coste y ha reducido su limitada eficiencia.
Los partidos mayoritarios a nivel del Estado (
PSOE y
PP) pretenden ahora arreglar el entuerto y para ello cuentan con la fuerza coercitiva del poder judicial (Audiencias, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional, etc.). Su objetivo es regresar a la idea de las provincias, a un solo gobierno y a un solo parlamento. En definitiva, a la centralidad.
Pero hay naciones tozudas, y
Catalunya y Euzkadi lo son. En la actual coyuntura, los poderes hegemónicos en ambas naciones (hay que leer a
Gramsci) son nacionalistas (nacionalistas catalanes y vascos frente al nacionalismo castellano). En
Euzkadi, gracias a una “ley de partidos” fabricada por el
PSOE y el
PP, gobiernan ellos, pero este engendro tiene fecha de caducidad. Volverá el
PNV (con su aire jesuítico), pero también
Aralar y el resto de los abertzales. En
Catalunya, el abrumador triunfo de
Convergència Democràtica y el talante independentista de
Artur Mas (superando las ambigüedades de su socio de coalición) ha dejado arrumbadas las aspiraciones “regionalistas” del
PSC, que ha quedado como una delegación de ventas del
PSOE. El
PP en
Catalunya seguirá siendo la “quinta columna” y nada más.
Tienen razón. Hay que acabar con el “estado de las autonomías” de la Gran
Castilla, porque nunca tuvo razón de ser. El “café para todos”, por su propia naturaleza, siempre resulta aguado.
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