EL TERRORISMO ISLAMISTA, CATALUNYA Y EL ESTADO

Focus: Política
Fecha: 20/08/2017

El peso de la emigración islámica sobre el conjunto de la población catalana es porcentualmente el mayor respecto al resto de los territorios españoles.

 

Ello no obedece sólo al flujo natural, sino al hecho probado de que durante mucho tiempo las autoridades del Estado han fomentado este flujo, hasta el extremo de financiar traslados en autocar desde el lugar al que llegan hasta Catalunya.

 

Sin pretender interpretar esta conducta, resulta llamativo el paralelo existente con el fomento histórico de la emigración castellana hacia Catalunya, en la época de la dictadura.

 

Ese flujo migratorio fue acompañado por la potenciación y financiación de las llamadas “casas regionales” en Catalunya, con el claro propósito de evitar la integración de los castellanoparlantes en la cultura catalana, no sólo en la lengua sino en su “Weltanschauung”, en su forma de interpretar la vida, muy distinta del patrón castellano.

 

Incluso en la mal llamada “transición” tenemos una prueba evidente de este enfoque político, cuando el presidente del gobierno señor Calvo Sotelo declaró: “Hay que fomentar la emigración castellana en Cataluña para asegurar el mantenimiento del sentimiento español”.

 

Ese “sentimiento español” explica que incluso una buena parte de los castellanoparlantes que han nacido en Catalunya se nutran de las informaciones de las radios y televisiones españolas y de su sesgada visión de lo que aquí ocurre.

 

Para completar el modelo, la administración catalana (tanto el govern de la Generalitat como los entes locales) han financiado eventos “españolistas”, como la Feria de Abril o la Fiesta del Rocío, en Catalunya.

 

Confundir esto con las fiestas puntuales que los ciudadanos norteamericanos de origen italiano, alemán o irlandés celebran cada año en Estados Unidos, por ejemplo, es un craso error. Saint Patrick Day no es más que un día de fiesta y divertimento para los irlandeses, pero no hay ninguna nostalgia. Son norteamericanos porque han querido integrarse desde el principio, hecho que no ha ocurrido en Catalunya.

 

Al margen de este fenómeno de no inserción y volviendo al flujo migratorio islamista, se ha producido un cierto relajo, sobre todo a nivel municipal, respecto al choque cultural entre ciudadanos educados en culturas teocráticas y ciudadanos educados en culturas democráticas. El buenismo ha dominado, sobre todo desde la izquierda, mientras que la derecha ha explotado sus líneas habituales: el racismo, la homofobia, etc. Todo ello aprovechando la ignorancia y el desconcierto de los ciudadanos.

 

Lo peor es que en el interior del islamismo existen escuelas fundamentalistas (como el salafismo), que promueven la guerra santa contra el infiel (como lo hizo la Inquisición Española en otros siglos), y resultan atractivas para las comunidades más jóvenes, que entienden que sus mayores son muy conservadores y tradicionales, y ya no pueden tomarlos como guías.

 

Y en Catalunya hay muchos lugares de culto islamista donde los imanes predican esos principios.

 

No es de extrañar pues que pequeñas células preparen atentados brutales (cualquier atentado a la vida lo es), máxime cuando apenas se requieren medios especiales para llevarlos a cabo.

 

Éste es el contexto sobre el que hay que reflexionar.

 

Otro hecho, éste también muy grave, es la irresponsabilidad del gobierno del Estado respecto a las medidas preventivas para evitar masacres como las vividas recientemente.

 

El gobierno del señor Rajoy, a través de sus sucesivos ministros del Interior, ha vetado a las fuerzas de seguridad catalana (los Mossos) para que pudieran acceder a los bancos de datos que la Europol (Oficina Europea de Policía) tiene establecidos sobre el yihadismo.Y los sigue vetando.

 

Los Mossos han tenido que construir su propio sistema de información y vigilia, que después de muchos años ha dado inmejorables frutos.

 

Estos hechos son conocidos en la unidad central de la Europol, que en cierta medida también es responsable de los fallos preventivos que han afectado a ciudadanos de muchos países, la mayoría europeos.

 

En el colmo de la malicia, la caverna mediática madrileña (con el especial protagonismo de El País, El Mundo, La Razón y el ABC) ha apuntado que los atentados tienen que ver con el independentismo catalán, y que el Govern de la Generalitat debería ocuparse de estas cosas y no perder el tiempo en sus “delirios”.

 

Después de los hechos, el gobierno del señor Rajoy y el monarca español se han desplazado a los lugares afectados para expresar su condolencia, en una muestra de cinismo imposible de ocultar.

 

El mensaje de los españolistas es que debemos estar “todos unidos”, expresión de una absoluta ambigüedad. Para estar unidos contra el terrorismo no deberían poner zancadillas a las fuerzas de seguridad catalanas. Respecto a la unidad en otros ámbitos, la voluntad de una mayoría de catalanes (a comprobar en el Referéndum del primero de octubre) es justamente de ruptura, no de unidad.

 

No confundamos al personal. El terrorismo es el terrorismo. La independencia de Catalunya es la independencia. El 11 de septiembre es nuestra Diada. El 1 de octubre es nuestra opción para acabar el proyecto iniciado.

 

Alf Duran Corner

 

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