EL TURISMO Y SUS SUBPRODUCTOS

Focus: Sociedad
Fecha: 17/04/2001

La apertura de España al turismo significó un vuelco en el ámbito socioeconómico de la flagelada España de los sesenta. No solamente representó una fuente muy importante de ingresos sino que ayudó a romper el monolitismo ideológico que el franquismo había impuesto tras la guerra civil.

El Régimen tuvo que aceptar la introducción de corrientes culturales permisivas y tolerantes a cambio de divisas que permitieran el despegue económico de los sesenta, con la inestimable ayuda de las remesas de los emigrantes españoles, expulsados de la miseria nacional.

Parte del éxito de la transición fue debido a los cambios sociológicos del tejido social español, fuertemente influido por el contagio permanente de millones de visitantes de países de larga tradición democrática.

Pero todo haber tiene su debe y la política turística diseñada en su día por el ministro Fraga Iribarne (se optó por la cantidad y no por la calidad) ha transformado las costas de este país en un caos urbanístico, hortera y masificado, que produce costes irreparables y cuestiona el valor neto de la transacción.

Ahora el gobierno balear, tras la correspondiente votación parlamentaria, ha decidido imponer una tasa diaria al turismo que visita las islas (entre uno y dos euros) y aplicarla a medidas de mejora medioambientales.

El sector turístico y los portavoces de la derecha más retrógrada (El Mundo, ABC, La Razón) han criticado la medida, presentándola como disuasoria en los procesos de decisión para decidir lugar de veraneo.

Si un turista no puede destinar una media de cuatro mil pesetas a la ecotasa en sus quince días de vacaciones, que es lo que se gasta en cerveza en un solo día, es preferible que se quede en su casa.

Apostar por la calidad es la única alternativa razonable, si no queremos convertir la totalidad del país en el más abigarrado parque temático.
Alf Duran Corner

 

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