EN BUSCA DE LA FELICIDAD
Focus: Economía
Fecha: 14/12/2012
Este es un tema recurrente y lo ha sido siempre. Buscar el placer (tal como lo definía el gran Epicuro) y evitar el dolor es una constante en nuestra vida. Freud lo describía como “la huida del displacer”. Platón nos avisaba de lo difícil de superar la contradicción interna que ello suponía, pues, a su juicio, la felicidad llevaba aparejado el deseo, y justamente el deseo excluía la felicidad. Aristóteles, más prudente, consideraba que el placer era el fruto natural de una vida virtuosa. Pero, ¿qué significa una “vida virtuosa”? Parole, parole, parole…
Hay un hecho curioso que merece la pena destacar: cuanto más convulsa está la sociedad, cuantos mayores son los impactos que azotan a los ciudadanos, cuantas más las penurias de la vida cotidiana, más estudios aparecen sobre nuestro tema. Se podría interpretar como la respuesta lógica de los investigadores para encontrar caminos compensatorios; también se podría argumentar que los “propietarios del Sistema” auspician coartadas para que la mayoría de la población afectada asuma su condición y no se rebele. Algunas religiones institucionalizadas ponen el acento en la “resignación”, que es una mezcla de conformidad, tolerancia y paciencia que puede ser instrumentada.
Al margen de algunos trabajos de tipo divulgativo (lo que yo describo como “literatura de calendario”), la “búsqueda de la felicidad” ha interesado a psicólogos, filósofos, sociólogos, bioquímicos, neurólogos y a otros científicos de las ciencias naturales y sociales. Los economistas se han incorporado algo tarde a esta corriente, porque llevaban mucho tiempo secuestrados por la teoría de la racionalidad del “homo economicus” y su capacidad para elegir la opción ideal que maximice su satisfacción.
Sin embargo, hace ya algunos años (2008) que Roger Frey, un distinguido economista suizo asentado en Inglaterra, publicó un libro con el estimulante título “Happiness: A Revolution in Economics”. Buena parte del libro está dedicada a la microeconomía y a las distintas teorías que la conforman. Otra parte ahonda en los principios metodológicos de la investigación. Una tercera está orientada a la asociación libertad – felicidad y a la importancia de la “democracia directa” frente a la “democracia representativa”, en el sentido de que la gente se siente más satisfecha (más feliz) en su proyección política. Frey – y aquí se nota su condición de ciudadano suizo - apuesta por los referéndums y por el derecho a decidir como la mejor expresión del tándem libertad – felicidad.
Quizás esto último es lo más llamativo del trabajo de Frey. No todo consiste en progresar económicamente. Como decía mi madre, el dinero ayuda pero no resuelve. Actúa como lubricante y basta. La felicidad es otra cosa.
Otro día contaré los consejos de Bruno Frey para alcanzar ese intangible.
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