EN BUSCA DEL MILITANTE PERDIDO

Focus: Política
Fecha: 26/06/2015

Los partidos políticos son organizaciones históricas que resultan obsoletas en la realidad del siglo XXI. En algunos países occidentales de probada trayectoria democrática,  – unos pocos – parte de esas organizaciones han superado los cien años de antigüedad. En el resto, los partidos son marcas de la escena global, que se utilizan para alcanzar cotas de poder en la gestión de los asuntos públicos. Sus dirigentes son muy conscientes de que el Sistema no les permitirá nunca superar ciertas líneas rojas, por lo que adoptan posiciones reformistas en el núcleo central del espectro ideológico.

En el Estado Español y desde la denominada “transición a la democracia”, los partidos políticos se han transformado en agencias de colocación de sus militantes y, en menor medida, de sus simpatizantes. Es por ello que en la actualidad el peso de los funcionarios sobre la población ocupada alcanza cotas más que significativas, destacando las comunidades de Madrid, Andalucía y Extremadura.

Si hacemos un análisis cronológico de la militancia desde la muerte del Dictador, podemos identificar un momento clave en el que se despierta el interés por el tema.

Fue  justamente a mediados de 1975, cuando se consolidó la idea de que el deterioro de la salud de Franco era irreversible. Hasta entonces, los militantes de los partidos en la clandestinidad eran escasísimos. Sólo el PCE y el PSUC contaban con ciertos efectivos y una mínima capacidad organizativa. El PSOE tenía escasa incidencia. El resto eran grupúsculos que podían reunirse en una mesa camilla.

Pero al dispararse la señal de alerta, empezó la gran peregrinación. Sería interesante preguntar a la gran mayoría de los dirigentes de los partidos políticos de los últimos treinta años, en qué fecha se incorporaron a la militancia política. El período 1976 – 1978 fue de overbooking.

Con el tiempo, los más críticos fueron apartados del Sistema, pero la mayoría hizo de la militancia una vía para la carrera política en su vertiente profesional. Han estado viviendo de manera continuada de los Presupuestos Generales del Estado. A veces como funcionarios de la estructura  de su propio partido y otras como concejales, diputados, parlamentarios, alcaldes, portavoces, ministros, consejeros, asesores, etc.

Ahora que las crisis exógenas han zarandeado las bases del modelo dominante a nivel global, y las endógenas han puesto de manifiesto las debilidades del Sistema, ese montaje político ha quebrado. Los partidos políticos están obsoletos y no permiten un “upgrade”. Además han surgido otros colectivos que, a través de mecanismos asamblearios, han cuestionado la validez de sus ancestros. ¡Hasta la estética de los partidos resulta gagá!

El movimiento del 15-M, Barcelona en Comú, Guanyem Barcelona, Podemos, Procès Constituent e incluso la CUP practican el “espontaneísmo” (de viejas raíces Mayo/68), que es una forma instrumental de cuestionarlo todo. Se declaran enemigos de las estructuras, aunque para hacerlo deban estructurarse mínimamente y asumir sus contradicciones. No sabemos qué futuro tendrán cuando termine su papel de "dinamiteros”.

Los partidos han reaccionado tarde y mal, tratando de aprovechar las nuevas corrientes, con objeto de poderlas domesticar más adelante. Han conseguido ciertas mejoras, pero son conscientes de que ya no lideran nada. El caso más patético es el de un pequeño e histórico partido (Unió Democrática de Catalunya), que tenía más sillas ocupadas y retribuidas que militantes de base, gracias al secuestro de unas siglas por una minoría interesada que se ha dedicado a repartir caramelos entre sus fieles, lo que no ha impedido la rebelión de los críticos.

En el conjunto del Estado, los paquidermos (PP y PSOE) han hecho lo imposible por imponer una nueva “restauración” nacionalista (la vuelta al Antiguo Régimen), pero lo tienen muy difícil. En cuanto a Ciudadanos, el nuevo partido españolista creado para luchar contra el independentismo catalán, hace lo que puede para asegurar la continuidad del sistema tradicional. De ahí que haya apoyado al PSOE en Andalucía y al PP en la Comunidad de Madrid. Se impone el eclecticismo. Se han dado cuenta además de que sus militantes crecen exponencialmente, muchos de ellos procedentes del binomio español dominante, gente que no quiere perder su silla (es decir, sus privilegios) y no les importa el cambio de pelaje. Total, esta nueva “falange española” que dirige el señor Rivera, por no tener, no tiene ni ideología. Es una revolución cosmética.

La militancia, en definitiva, con la  excepción reseñada, ha caído en picado. En general, ya no es una buena inversión en un clima convulso. Mejor dedicarse a otra cosa.

Sólo los proyectos ilusionantes –como es el caso de crear un Estado propio en Catalunya–  son capaces de aglutinar voluntades. Los miembros de la ANC, del Òmnium, de la AMI no piden nada a cambio. Discuten, se apasionan, se movilizan porque quieren ser libres. Su fuerza es su transversalidad, que se expresa en un objetivo común. Y este objetivo está por encima de los intereses de los viejos partidos, incluso de algunos que se declaran tímidamente soberanistas, que todavía cuestionan el método, el tiempo y el pedigrí de cada uno de los vectores de la ruptura. Cuentan además con el mejor activo político que ha tenido este país en los últimos cien años (el President Artur Mas), que integra la capacidad de un hombre de Estado con el coraje y el temple de un líder.

No perdamos más tiempo en la búsqueda de los militantes perdidos. Nuestro compromiso es el de un país libre e independiente.

Alf Duran Corner

 

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