Focus: Sociedad
Fecha: 24/09/2023
Debido a las dificultades que los partidos dinásticos (PPPSOE) tienen para hacerse con el poder tras unas ajustadas elecciones generales en el país vecino, unos y otros han puesto en marcha sus mecanismos de atracción para conseguir que los partidos disidentes de la “España, una, grande y libre” les concedan su apoyo parlamentario.
No vamos a entrar ahora a discutir cual es la justificación política que tienen esos partidos (si de verdad son independentistas) para jugar al juego electoral en un campo que le es ajeno y que no hace otra cosa que legitimar el modelo falsamente autonómico del Estado. Ya hemos expresado en otras ocasiones nuestra posición.
Nos quedaremos con la respuesta de las fuerzas de ocupación ante las condiciones que el President Puigdemont ha puesto para entrar a negociar y que en el fondo pretenden que el Estado español reconozca a Catalunya como sujeto político con derecho a independizarse.
De una forma vaga y a nivel instrumental ha aparecido el concepto de “amnistía” para todos los represaliados (no para los encausados del “partido de la porra”), y entonces han saltado todas las alarmas.
Ellos cuentan con una serie de líneas de acción del “Estado Profundo” que están dispuestas a intervenir y que de momento se limitan a amenazar. Entretanto y a modo de divertimento han sacado a las momias de los sarcófagos y éstas se han puesto a hacer declaraciones. Primero fue el señor Aznar López, expresidente del gobierno, que con gesto hosco y tupé crecido señaló la gravedad de los hechos y presagió grandes catástrofes. Luego se paseó junto a otros colegas de su partido para mantener notoriedad de marca. Es un hombre atormentado que siempre he imaginado como un oscuro funcionario de hacienda de vuelo gallináceo.
Pero en este caso el espectáculo más grotesco corrió a cargo del dúo formado por los señores González Márquez y Guerra González, que en estado casi catatónico han acudido prestos al ataque para dejar bien claro quién manda en el territorio. Lo han hecho aprovechando la presentación de un libro por parte del ex vicepresidente del gobierno. Y allí estaban todas las viejas glorias del franquismo renovado y algún joven aspirante deslumbrado por los focos. Pudimos identificar a los señores Rodríguez Ibarra, Barrionuevo, Rodríguez de la Borbolla, Corcuera, Lambán, Fernández, García Page, Redondo Terreros y otros menos relevantes.
El señor Guerra González, con esa mirada altanera que pretende ser inquisitiva y resulta ridícula, echó mano de sus ocurrencias. Cuando era joven (todo queda muy lejos) se ganaba bien la vida con sus continuas provocaciones verbales dirigidas a sus adversarios, incluidos sus compañeros de partido. Fue ascendiendo en la pirámide del poder. Superó varias veces su techo de incompetencia (lo cual tiene su mérito) y llegó casi a la cima. Recordemos algunas de sus famosas frases: “Tahúr del Mississippi” (dirigida al presidente Suárez), “El que se mueve no sale en la foto” (aviso a los críticos del partido),
“Margaret Thatcher en vez de desodorante se echa 3 en 1” (muy diplomático), “Nos hemos cepillado el Estatut” (se refiere al catalán), “Cuidado con el bambi” (referida al presidente Rodríguez Zapatero). Todo esto le funcionaba cuando tenía poder, pero ahora suena a disco rayado. No sé si juega a la petanca, pero tendría que intentarlo.
No salió mejor parado el antiguo presidente del gobierno señor González Márquez. Su aspecto linfático no le ayuda y hace que sus exposiciones no tengan el ritmo adecuado. Parece un predicador en horas bajas. Eso en cuanto a la forma. En lo que respecta al fondo no dice más que lo esperado, un discurso retórico y repetitivo de los que da un hombre el día de su jubilación. Ha perdido mordiente y se aprecia al instante.
Pero tuvo un momento de inspiración cuando dijo “No podemos dejarnos chantajear por nadie. Y mucho menos por minorías en vías de extinción”. Y aquí el pobre hombre sufrió un desliz que podríamos perdonar discretamente por razones de edad.
Vamos a tratar de recordar a los muchos “gonzález” que comparten esta lectura del contencioso catalán, algunos hechos y factores que explican la realidad:
1. Mayoría y minoría son conceptos relativos respecto a un todo. En un colectivo de tres, dos es mayoría y uno minoría. Este es un análisis cuantitativo.
2. Si se pretende ahondar en términos sociológicos, habría que acudir a herramientas cualitativas que nos ayudarían a sopesar el valor del todo.
3. La “minoría en vías de extinción” se rebeló hace casi cuatrocientos años (1640) contra la mayoría representada por los tercios castellanos. Aquella guerra se perdió, murió el líder catalán Pau Claris y acabó en un tratado entre dos monarquías absolutas decadentes (el de los Pirineos) que troceó Catalunya, cediendo una parte a la corona francesa. Pero los ciudadanos catalanes prosiguieron su lucha. No desaparecieron. Y mantuvieron vivo el mensaje dels segadors: “Endarrere aquesta gent tan ufana i tan superba”. Para añadir más adelante: “Per quan vingui un altre juny esmolem ben bé les eines”.
4. Y esa “minoría en vías de extinción” resistió heroicamente el asedio a la ciudad de Barcelona de las tropas borbónicas, muy superiores en número y en equipamiento, desde julio de 1713 hasta septiembre de 1714. Después del 11 de septiembre y la caída de Barcelona, el aparato represor se puso en marcha ocupando militarmente el territorio. Se implantó el catastro para asfixiar fiscalmente a la población catalana, se cerraron las universidades, se prohibió el uso de la lengua propia, hubo ejecuciones y deportaciones, se liquidaron sus leyes históricas, se dejaron símbolos macabros en la vía pública de sus líderes militares tras su muerte y tortura. Y a todo esto se le puso un sello distintivo: decreto de Nueva Planta. Parecía todo perdido, pero los catalanes resistieron.
5. Dos siglos después Catalunya seguía progresando en todos los órdenes, por lo que Castilla reaccionó con dos golpes de Estado. El primero de un general desquiciado (Primo de Rivera), que con el beneplácito del rey Alfonso XIII repitió la política de exterminio a la que estaban acostumbrados. La segunda de otro general (Franco Bahamonde), que fue más allá en una guerra civil fratricida que produjo casi un millón de muertos. Fue una guerra contra “los rojos” y en particular contra Catalunya. Y esa “minoría en extinción” volvió a levantarse otra vez.
6. Y cuando llegó la transición/transacción tras la muerte de Franco (1975) los primeros en manifestarse en la calle fueron los catalanes al grito de “Llibertat, amnistia i estatut d’autonomia”. Fue en Barcelona y meses después en Sant Boi del Llobregat, donde se agruparon unas cien mil personas (1976).
7. Los años les demostraron que todo seguía igual, que el Régimen podía cambiar de formas pero mantenía su credo ideológico. El mismo que sus antepasados habían padecido cinco siglos atrás. Y se pusieron a andar de nuevo.
8. Y tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut (2010), que superó a peor el “cepillado” del señor Guerra, volvieron las manifestaciones, con una “Via Catalana” (2013) en la que una cadena humana de hombres y mujeres se extendió desde Vinarós (en el Baix Maestrat) hasta el Pertús (en el Vallespir). Y con un referéndum (primero de octubre del 2017) en el que 2.266.000 catalanes votaron a favor de la independencia de su nación.
Esa minoría (entre la que me cuento) goza de buena salud. Ha demostrado a lo largo de la historia su capacidad de resistencia. Ahora los modernos le llaman resiliencia, esa condición de algunos metales que se doblan sin romperse y luego recuperan su posición original. No importa cómo la llamen. Seguimos ahí. Pueden volver a colocar sus momias en sus sarcófagos. Dejen de practicar de una vez el esperpento, un esperpento que sonrojaría al propio Valle Inclán.