ESTUPIDECES

Focus: Sociedad
Fecha: 05/08/2022

Probablemente no existe un trabajo empírico que lo confirme, pero me atrevería a apostar por la hipótesis de que el verano es propicio a que la gente en general cometa más estupideces de las que comete habitualmente, que ya son muchas.

Ejemplos los tenemos a montones, algunos singulares por su notoriedad, como la ocurrencia de la señora Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, de hacer una visita oficial a Taiwan, provocando un conflicto innecesario con la República Popular China. Hasta el senil presidente Biden le aconsejó que no lo hiciera, pero ella quiso protagonizar una noche gloriosa.

Y es que el verano anima a “noches gloriosas”, esos momentos de gloria que Andy Warhol vaticinaba para todo el mundo. Pueden ocurrir en cualquier lugar, desde el más sencillo al más glamuroso. Desde el último baile en la fiesta mayor del pequeño pueblo perdido en la montaña hasta la balada nostálgica en el consabido concierto de alguno de los innumerables festivales de verano para pequeñoburgueses aburridos.

Y si por azar ha emprendido un viaje a Estados Unidos (otra estupidez, pues es la peor época del año) trate de superar el síndrome Manhattan y muévase un poco hacia el sur hasta el Estado de Delaware, algo por debajo de New Jersey, un Estado apenas conocido que merece la pena descubrir.

Delaware tiene un buen pedigrí por su papel en la Revolución Americana. Fue una de las trece colonias que se levantaron frente al dominio británico y fue el primer Estado que ratificó la Constitución de Estados Unidos, por lo que se le conoce como “The First State”.  Con apenas cinco mil kilómetros cuadrados de extensión y una población de cerca de un millón de habitantes, pasaría desapercibido en cualquier ranking de esos que se citan en los concursos televisivos del verano, tan abundantes y estúpidos como siempre.

Lógicamente sus principales ciudades son también pequeñas, destacando Dover (la capital) con 38.000 habitantes y sobre todo Wilmington, con 70.000 habitantes. Wilmington tiene algunas singularidades, como es el impacto de los colonos suecos que se asentaron aquí y su Old Swedes Church, un templo religioso construido en 1698 (el más antiguo de Estados Unidos). La ciudad proyecta por todas partes la marca de la familia Du Pont de Nemours, una de las familias forjadoras de la gran industria norteamericana, en bibliotecas, museos y jardines. Ahora bien, si busca el perfil oculto de Wilmington “La Nuit”, mejor que lo olvide. No existe.

¿Cuál es pues el atractivo de este Estado para que más de un millón de empresas, nacionales e internacionales, tengan ahí su sede social legal?  Muy simple: su total opacidad, su “business friendly” enfoque. No es únicamente la nula carga impositiva sobre los beneficios de las corporaciones sino la ocultación sobre la propiedad. De hecho la “no fiscalidad” que aplican es la misma que se puede encontrar en otros Estados (Wyoming, Nevada, Dakota del Sur, por ejemplo), en tanto que el factor diferenciador es que para registrar una nueva sociedad solo se precisa nombrar un administrador y crear una figura fantasma (el “agente autorizado”), que actúa en representación de accionistas y directivos. La posible responsabilidad penal se diluye en esa figura. Esta es la razón de que el número de empresas supere a la población del Estado. No deja de llamar la atención, aunque pase desapercibido, que el actual presidente norteamericano (Joe Biden) fue senador de ese Estado desde 1973 al 2009.

En el caso de España, un estado “social y democrático de derecho”, se amontonan en Delaware las grandes empresas del Ibex/35 en busca de la opacidad. Están todos bien apretujados, desde el BBVA, al Santander, Caixabank, Abertis, Repsol, ACS, Telefónica, Sacyr, Ferrovial, etc. Luego, los muy cínicos, presentarán en sociedad sus programas de “responsabilidad social  corporativa”.

Ya lo sabe. No dude más. Si tiene un excedente oculto de como mínimo un par de millones de dólares y no sabe que hacer con ellos, olvídese de Panamá o de las islas Cayman. Delaware es más aburrido pero más seguro. Nadie se enterará de que ha constituido una empresa en aquel paraje. Una más entre un millón. Y luego lo podrá contar a sus amigos más íntimos.

Le parecerá muy arriesgado, pero no se preocupe apenas se notará. Los medios están volcados en las estupideces diarias y éstas abundan en verano.

 

 

Alf Duran Corner

 

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