EXTRAÑAS PAREJAS
Focus: Política
Fecha: 15/07/2011
La falta de civismo, la ignorancia y el culto del yo, ha producido un abundante segmento poblacional que gusta de declararse “no político”, como si la esfera de lo público, de lo compartido, de lo comunitario no fuera con ellos. Sin esa proyección, la especie humana no existiría.
Otra cosa muy distinta es confundir lo político, en el sentido genuino del término, con el profesional de la política, con el que ha hecho de la función pública y representativa de la ciudadanía una ocupación a pleno tiempo, una forma de asegurarse unos ingresos como funcionario del Estado. En origen la vocación política es o debería ser un deseo de servicio público, de ayudar a mejorar las condiciones sociales del colectivo, de procurar el equilibrio entre el crecimiento económico y la calidad de vida, de conservar y progresar. Pero con el tiempo, los ideales se disipan e impera el pragmatismo, el deseo de poder, el interés personal. Con ello sólo se consigue el descrédito de la política, cuando la
Política (con mayúsculas) no tiene la culpa de que sus oficiantes no cumplan con el “contrato social” que está implícito en su función.
Es por ello que vemos tantas componendas entre partidos de idearios opuestos, según convenga a los mandamases del territorio, a las organizaciones que controlan los hilos de los partidos o a los intereses de las corrientes dominantes. Se puede comprender que a nivel local (los municipios, en especial los pequeños) prevalezca la credibilidad del político profesional sobre la “marca” que representa. Pero cuando esto se produce en territorios mayores, saltan todas las alertas.
¿Por qué en la Comunidad Foral de Navarra, el PSOE – una socialdemocracia “light” - da su apoyo de gobierno a la Unión del Pueblo Navarro, que está a la derecha de la derecha del PP? ¿Por qué lo hizo hace cuatro años y ahora lo ha repetido, cuando podía haber apoyado a Nafarroa Bai y a otras opciones abertzales? ¿Por qué el PP se encamó con el PSOE en Euzkadi y permitió – y permite – que gobierne el bloque españolista en una nación no castellana? ¿Por qué Izquierda Unida juega a convidado de piedra y se alía con el PP en Extremadura? ¿Por qué Convergència i Unió tiene que ceder algunos de sus principios nacionales ante el PP, con objeto de se aprueben sus presupuestos, cuando este último partido tiene un pedigrí no catalán y práctica un españolismo de “toros y pasodoble”? La respuesta siempre es la misma: por intereses bastardos.
Los políticos profesionales – con algunas y honrosas excepciones – han ensuciado la política. Deberíamos hacer un ERO y echarlos a la calle, aunque no lo haremos porque la ciudadanía ha cedido ese espacio a perpetuidad.
También en este caso, mitad víctimas y mitad cómplices.
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