FLASHES

Focus: Sociedad
Fecha: 23/04/2023

Ráfagas cortas pero intensas con las que tenemos que convivir los ciudadanos de a pie. Algunas tienen un carácter puntual, en tanto que otras se han cronificado y se repiten constantemente. Me cuentan que…

▪ El equipo de la señora Colau sigue su proyecto de acoso y derribo para transformar la ciudad de Barcelona en algo similar a Dresde en 1945. O sea, destrucción total.

▪ En ocho ininterrumpidos años ha puesto en práctica todas las ocurrencias que sus delirios meta-urbanos podían producir: bloques de cemento, asfaltos pintarrajeados, carriles bicis donde no pasan bicis, estrechamiento de calzadas, jardines improvisados en extraños lugares, súper-islas llenas de excrementos de perros, complicados laberintos para complicar la circulación, tranvías innecesarios en vías principales y un sinfín de otros despropósitos.

▪ La señora Colau y su equipo de entusiastas colaboradores pensó desde el principio de su mandato que Barcelona era una ciudad propicia para implantar el carril-bici. No tuvo en cuenta o no quiso tenerlo que esta ciudad tiene unos desniveles importantes que en ocasiones superan el 25%. A lo mejor se confundió y pensó que cuando Jacques Brel cantaba le plat pays qui est le mien” se refería a nuestra orografía. Y resulta que no. En el colmo de la insensatez está trazando un carril-bici por toda la Vía Augusta hasta la entrada al túnel de Vallvidrera.

▪ Si de lo que se trataba era de reducir de forma gradual el tráfico urbano, solo era necesario visitar algunas ciudades de Europa y Estados Unidos, donde habría comprobado que hay otras formas más razonables de obtener el objetivo deseado. El problema es que el gradualismo no va con esta señora y su absurda pretensión es liquidar el tráfico de forma radical.

▪ Tampoco habría estado mal (ella que presume de demócrata de toda la vida) que consultara a la población y luego actuara en consecuencia. Pero no como hizo el alcalde socialista señor Hereu, que tras consultar a la ciudadanía en un “referéndum” y obtener un rotundo “no toquen nada”, hizo como si no fuera con él. Claro que este patrón de decir una cosa y hacer otra está incrustado en el ADN del camaleónico PSOE.

▪ Será que este bloque barcelonés de “comunes, socialistas y otras especies menores” comparten con los nacionalistas españoles del PSOE y del PP un rechazo instintual a todo lo que signifique dar la voz a la ciudadanía. Es la ya codificada como “democracia autoritaria” que el Estado español ha hecho suya con orgullo.

▪ Y en las últimas semanas a los “colauistas” les ha cogido un “rush” liquidador, como a aquel que se le acaba el tiempo y quiere cumplir sus objetivos a rajatabla. No hay zona de la ciudad donde las máquinas, los martillos eléctricos, las excavadoras y otros ruidosos artilugios no muestren su poderío.

▪ Desde un punto de vista de armonía y equilibrio la ciudad está hecha un asco. El suelo está sucio, las bolsas de basura en los portales recuerdan los aciagos momentos del franquismo más miserable. Los grafiteros hacen lo que les da la gana, con el beneplácito de la policía municipal, policía que en lugar de pisar la calle –como es su obligación– se pasea por la ciudad en coches modernos y seguramente “sostenibles”.

▪ La señora Colau argumenta que han dado un toque sostenible y femenino a la ciudad. George Edward Moore, el gran filósofo británico, le preguntaría: ¿Me quiere usted explicar que entiende por femenino y sostenible? Puedo imaginar sus dificultades para hacer una exposición razonable.

▪ En general los políticos hacen un uso indebido del lenguaje, en parte porque no lo dominan y en parte porque saben que la gente no les presta excesiva atención. Todo es una pantomima vacía de contenido.

▪ Y dentro de poco tendremos elecciones municipales y el panorama es desolador. Solo faltaba como aperitivo el espectáculo grotesco de todos los candidatos a la alcaldía de Barcelona reunidos sonrientes y felices en una foto familiar, en la inauguración de ese esperpento denominado “Feria de Abril de Cataluña” (con eñe). La auténtica Feria de Abril se celebra en Sevilla y forma parte de una tradición andaluza digna de respeto y como tal no franquiciable. Esto no es un McDonalds.

▪ Analicemos someramente a los candidatos. Empezaremos por el representante del 155 señor Collboni. El candidato socialista pretende escaquearse, como si no supiéramos que hasta hace cuatro días ha sido el sostén de la alcaldesa. Ha de aceptar que todas las barbaridades cometidas han contado con su apoyo y el de su grupo. Ahora trata de vender proyectos novedosos que huelen a rancio de tan manidos que están.

▪ El candidato de Esquerra Republicana (lo de “Catalunya” ha quedado aparcado) señor Maragall es un “señor mayor” en el sentido más genuino de la palabra. No es en razón de su edad sino de su talante, de su estilo farragoso, que con los años se ha hecho más aburrido. Además, está contagiado por la trayectoria política de su partido, que vende un cóctel de progresismo barato, miedos ancestrales frente al oso del Estado, retórica independentista en los mensajes, práctica autonomista en el día a día y algunas confusiones mentales que les hacen pasar de una “Comisión bilateral Estado-Generalitat” (de nula actividad desde el principio de los tiempos), a “mesas de diálogo” (en las que nadie se sienta porque el que manda no está interesado en dialogar) al espasmo diarreico del denominado acord de claredat”. El señor Maragall debería abandonar la política, aunque tampoco lo imagino jugando a la petanca.

▪ El candidato del “consenso” (llamémoslo así) señor Trías es un hombre razonablemente inteligente que puede preparar el terreno para conformar un liderazgo nuevo en un segundo mandato. Tiene cerca de ochenta años, pero maneja bien su seniority. Veremos si es capaz de crear un equipo potente, y aquí está la clave. Si no lo hace, fracasará. A mi juicio no es propiamente un candidato de Junts (aunque milite ambiguamente en ese partido), sino el candidato de todos los ciudadanos barceloneses que quieren echar a la señora Colau y a toda su troupe. Creo que él ya se ha dado cuenta de su tirón y de ahí el posicionamiento no ideológico que practica. Lo votaré, aunque no me entusiasme.

▪ Los otros candidatos son flecos de la fiesta. Los votarán los leales al Régimen (el que se instauró en el 36 y se consolidó en el 39) como es el caso del PP y de su marca blanca Ciudadanos (ésta en proceso de liquidación), y los “anticapitalistas profesionales” de la siempre errática CUP. No cito al resto por su marginalidad.

▪ Pero el auténtico problema es que gane quien gane (no incluimos a los “colauistas” en este pronóstico), será muy difícil restaurar mínimamente la imagen que la ciudad de Barcelona tenía ocho años atrás. Tanto en su aspecto urbano (en sus infraestructuras), como en su proyección pública hacia el exterior.

▪ Claro que si nos ponemos a exigir responsabilidades deberíamos hacer autocrítica. Han gobernado porque los han votado. Es cierto que ese voto directo solo representó un 14% del censo y que en muchas ciudades europeas con este porcentaje no se permite gobernar, pero esto no es excusa.

Al final siempre llegamos a lo mismo. Con todas sus imperfecciones, la democracia tiene como fundamento el voto libre de la ciudadanía. Ya lo dijo Churchill: es el sistema político menos malo. Claro que en otra ocasión también dijo que el mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con el ciudadano medio. Y si quiere comprobarlo visite esa cosa llamada “Feria de Abril de Cataluña”.

Tendríamos que aceptar el sabio consejo de Marco Aurelio: “Edúcalos o padécelos”. Seguramente alguno me dirá que Marco Aurelio era un utópico. Preferiría que no fuera así, pero probablemente está en lo cierto: no tienen remedio.

 

 

Alf Duran Corner

 

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