FRIVOLIDAD ESTRUCTURAL

Focus: Política
Fecha: 16/09/2015

Quién no ha tenido un momento frívolo en su vida.  ¿Quién no ha utilizado la frivolidad en alguna ocasión como parte del juego amoroso? Concebida así, la frivolidad es parte de un divertimento, de esos que conforman la vida y que Eric Berne nos ha contado en su estimulante libro “Games people play”.

Pero hay otro tipo de frivolidad de mayor calado, que tiene como fundamentos la superficialidad y la ligereza, y que se halla encriptada en la mente de muchos colectivos. Destaco aquí y ahora el caso del español medio, el que constituye estadísticamente el valor modal (el que más se repite), en quien es difícil encontrar una mínima capacidad de análisis y una lectura crítica de la realidad que lo circunda. Razones habrá, fundamentalmente culturales, aunque no vamos a entrar en este territorio. Se puede aventurar la hipótesis de que ese español ha sido instruido y no educado, por lo que no tiene la facilidad de distanciarse para analizar. La instrucción genera dogmatismo; la educación civiliza.

Señalo esto, después de haber ojeado los resultados de los primeros sondeos sobre las elecciones plebiscitarias del próximo 27 de septiembre.

Quiero manifestar, como condición previa, que por razones profesionales tengo experiencia directa en todo tipo de investigación de mercados y conozco por dentro las debilidades de este tipo de instrumento (véase mi artículo “El valor de las encuestas”  de fecha 23/01/2015).  Es por ello que puedo afirmar categóricamente que los sondeos electorales son, en su gran mayoría, “armas de manipulación política”, como fueron “armas de destrucción masiva”  –en palabras de Warren Buffett– los derivados financieros.

Dicho esto y tomando con pinzas los datos que nos ofrecen, llama la atención el porcentaje de votos que esos sondeos adjudican al partido “Ciudadanos”, cuya cabeza de lista y, en este sentido, candidata a la presidencia de la Generalitat, es la señora Inés Arrimadas, una perfecta desconocida con escasa experiencia política, aun formando parte del coro de su partido en el Parlament de Catalunya.

¿En qué se basan los posibles votantes de esta etiqueta para concederle su apoyo, aparte de la imagen del chico mono que la preside? Que se sepa, el eje vertebrador del proyecto político de este partido no es otro que su odio visceral (es decir, no procesado por la mente consciente que se les supone) a la idea de una Catalunya independiente. Este odio ha quedado revestido formalmente por su teórica condición de “incorruptibles” (que no ha sido probada empíricamente) y por su voluntad de mantener a Catalunya como una región de la España “una, grande y libre”.

El resto son vaguedades. Dicen que ellos no son de derechas ni de izquierdas (argumento típico de la derecha anquilosada de siempre). Utilizan un lenguaje plagado de insultos. Se burlan de las instituciones. Mienten con sus soflamas demagógicas. Incluso en un espacio tan acotado como es el económico, su programa es de “copiar y pegar”, tomando como referencias la fundación Faes (que preside el ínclito señor Aznar López) y el think-tank neoliberal Cedea, financiado por las macroempresas del Ibex/35, muchas de ellas antiguas empresas públicas, privatizadas entre amigos y conocidos.

¿Qué han aportado hasta el presente, al margen de considerarse “jóvenes sobradamente preparados”? Menos que cero. Tienen el aire de “pijos marrones”, aquellos que se cuelan en las fiestas privadas con prendas compradas en las rebajas de El Corte Inglés.

El voto a “Ciudadanos” pone de manifiesto un grado elevado de frivolidad estructural o, lo que es lo mismo, una alarmante falta de cultura política entre una buena parte de la población.

Alf Duran Corner

 

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