Focus: Política
Fecha: 07/07/2015
El territorio es neutro; son los seres humanos los que le dan un significado estratégico. En este sentido, el territorio puede transformarse en el principal activo de un país. Éste es el caso de Grecia, una vieja república situada en el sureste de Europa.
Durante los últimos cinco años, los líderes del mundo económico y financiero (bancos, bancos centrales, agencias de calificación, ministros de economía y hacienda, etc.) han estado debatiendo sobre el “caso griego”, sobre su grado de supervivencia financiera, sobre el tamaño de su deuda pública, sobre las debilidades de su PIB, sobre su déficit público, sobre sus sistema de pensiones, etc. Los acreedores quieren asegurarse el retorno de los créditos concedidos a lo largo del “rescate”, pero temen una suspensión de pagos. El gobierno griego, por su parte, ha intentado negociar una salida “honorable”, aunque da la impresión de que sólo pretendía alargar el proceso. El referéndum no ha aclarado nada; tiene un valor simbólico, pero mantiene las posiciones en stand-by.
Conviene señalar que en la última semana han habido algunos signos inequívocos de un cambio de enfoque en la posición de la “troika”, en su equilibrio interior. Christine Lagarde, la mujer de hierro que preside el FMI – en un giro de ciento ochenta grados - ha manifestado su comprensión hacia el contencioso griego y la necesidad de hacer una quita de la deuda, única forma de asegurar su sostenibilidad futura. Esto es justamente lo que ha estado defendiendo Yanis Varoufakis, el principal negociador del gobierno griego hasta su reciente dimisión. Los representantes de la comunidad europea y el príncipe Mario Draghi, cabeza del BCE, han quedado desubicados.
¿A qué obedece el cambio radical de Christine Lagarde? ¿Quién la ha presionado? Algunos analistas americanos recuerdan que el mayor accionista del FMI es el gobierno de Estados Unidos, y que uno de los principales asesores en la sombra del presidente Obama es Zbiegnew Brzezinski, el gran estratega desde los tiempos de Jimmy Carter. Para Brzezinski, la geoestrategia es la gestión estratégica de los intereses geopolíticos, que incluyen los económicos y los financieros. Brzezinski considera que los negociadores de la troika no los han tenido en cuenta.
En lo círculos restringidos de Washington cuentan que Obama ya dio un toque de atención a Angela Merkel sobre la importancia geoestratégica de Grecia.
¿Cuál es el valor de esta república en la red de seguridad de la NATO? ¿Podrían quedar afectadas las bases militares griegas en el Mediterráneo, si la Eurozona aplicara medidas financieras muy severas contra el Estado griego? ¿Qué pasaría con el frágil equilibrio con su vecino turco? ¿Se abriría un nuevo frente, enlazado con Serbia y en especial con la Rusia de Putin?.
El debate sigue pero hay nuevos interlocutores. Brzezinski, como en su día Kissinger, tiene una visión más global. Siente un cierto desprecio por los banqueros y su visión contable de la vida. Lo más probable es que la troika busque una nueva vía de negociación con el gobierno griego, y que el BCE siga inyectando liquidez de emergencia, pero no podrán evitar la mirada atenta de Washington.
Según como acabe este contencioso, la credibilidad de Estados Unidos como primera potencia mundial puede quedar en entredicho. Estamos ante un nuevo episodio de la “teoría de los juegos”. La Deuda griega es sólo una excusa.