HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA
Focus: Política
Fecha: 13/01/2006
No me gusta personalizar, pero en ocasiones no hay más remedio que hacerlo.
La pasada semana anuncié un escenario previsible sobre las actuaciones de la derecha recalcitrante. Hoy ya tenemos a un émulo del general Pavía, a un militar español de alto rango que ha amenazado con una intervención blanda.
El gobierno central ha reaccionado prontamente y lo ha destituido.
El ejército está para defender a la población, no para masacrarla. Quedan todavía demasiadas huellas de una historia de barbarie, en nombre de la sacrosanta patria.
Hay que acabar con esa dinámica del golpe de estado permanente.
Y la única forma de hacerlo es aprobar sin dilación el Estatut de Catalunya.
Es lo que quiere la amplia mayoría de la población catalana y así lo han expresado sus representantes democráticos.
Hay que acabar con los tópicos, los prejuicios, los insultos y las sandeces. Porque, ¿qué quieren los catalanes?.
Quieren que se reconozca su carácter diferencial dentro del Estado. No son mejores ni peores. Son diferentes, como lo son los vascos, los murcianos y los extremeños. La diversidad cultural enriquece.
Quieren arreglar sus cuentas. Llevan muchos años siendo solidarios, transfiriendo dinero a otros territorios. Se han descapitalizado y necesitan progresivamente reducir sus aportaciones. En Catalunya también hay bolsas de pobreza.
Quieren que se reconozca su lengua, que es la de uso corriente, y que queda expresada en una historia propia, con sus leyendas, sus mitos, su arte y su literatura.
Quieren continuar teniendo unas relaciones cordiales con el resto de pueblos que conforman el Estado español.
Quieren que ese Estado se descentralice de verdad y las decisiones se tomen donde suceden los problemas.
Poca cosa más.
Son pacíficos y trabajadores, pero no son imbéciles. Están hartos de “pagar y callar”.
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