INFLACIÓN DE CONSULTORES

Focus: Empresa
Fecha: 23/09/2010

Tras el período vacacional, que continúa rutinariamente prolongándose más de lo razonable en tiempos de crisis, las empresas han vuelto a la actividad. El aparato productivo se ha puesto en marcha y han vuelto los pedidos (siempre tan deseados), aunque sólo haya sido para reponer stocks.

Como no parecen previsibles cambios en el entorno económico (el optimista es un pesimista mal informado), lo aconsejable es volcarse en el mercado, que es donde se vive la realidad.

La mayoría de las empresas ya han ajustado sus costes; hay un límite en este proceso que nunca debe pasarse. Ahora debemos dedicar nuestras energías al mantenimiento y crecimiento de nuestra cartera (el mercado, mientras el precio del crudo se mantenga, es el mundo). Es por ello que sobran reuniones, puestos staff y buena parte del back office. Cuando alguien que tendría que estar en la calle permanece en el despacho más tiempo del necesario, es que algo no va bien.

También sobran consultores. Hay empresas y organizaciones públicas y privadas que no saben tomar una decisión sin el refrendo de un consultor. Pero esto ahora ya no vale. Además está surgiendo una ola de consultores amateurs, directivos que han perdido su puesto y han pensado en cambiar su enfoque de vida. Todo muy comprensible humanamente, pero poco convincente.

La consultoría profesionalizada está llena de gente que tras una licenciatura y un master han entrado en la rueda. Son gente (algunos de ellos llegan a socios) que nunca han tenido responsabilidades ejecutivas, que no saben lo que es avalar con bienes propios, que ignoran las dificultades para negociar con la banca, que no han tenido que aplazar un pago. Eso sí, al cabo de los años, dominan el método y los estados financieros.

Si a este numeroso colectivo se añaden los recién llegados, nos encontraremos con un modelo sociológico similar al que proyectan las pensiones de jubilación (el denominado “one to one”, en el que cada trabajador pagará (es un decir) la pensión de un jubilado). En nuestro caso, puede dar para un consultor por empresa.

Ya he dicho en otra parte que todo esto hay que tomárselo con calma y con cierto sentido del humor. Con el mismo sentido del humor que utilizaba Robert C. Townsend, el gran patrón de Avis, cuando decía que un consultor es una persona que te pide prestado el reloj para decirte la hora y luego se queda con él para siempre.

Alf Duran Corner

 

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