INTELECTUALES, UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN

Focus: Economía
Fecha: 11/05/2007

A mediados del siglo XIX surgió en Rusia un movimiento crítico frente al poder zarista que reclamaba el valor de la intelligentzia como herramienta a favor del progreso y la justicia. Años más tarde, Émile Zola se enfrentó al aparato del Estado francés en el caso Dreyfus . Desde un punto de vista de códigos, el siglo XX incorporaba un nuevo significante: el intelectual .

De hecho la historia está llena de gentes que utilizaron sus capacidades mentales para cuestionar los poderes que gobiernan y han gobernado el mundo. Se les llamó sabios, filósofos, políticos, herejes, “cabezas de huevo” etc., según la fuerza de sus enemigos y su impacto en la sociedad.

La palabra intelectual produce confusión, por lo que merece la pena reflexionar sobre ella.

Hay una primera distinción entre trabajo manual y trabajo intelectual , correspondiendo este último a aquel tipo de trabajo que exige mayor uso del cerebro que de las manos. De hecho esta clasificación es arbitraria porque ninguna actividad es químicamente pura.

La segunda consideración – y he aquí el gran malentendido – es que realizar un trabajo intelectual no significa necesariamente ejercer de intelectual. Un físico, un ingeniero, un matemático, un biólogo, un catedrático de universidad efectúan un trabajo intelectual, aunque pueden estar al margen de su ejercicio.

Para Chomsky (el paradigma vivo por excelencia) , un intelectual es aquella persona que gozando de un aparato conceptual potente es capaz de transmitir ideas que afecten a la sociedad en su conjunto desde una perspectiva crítica y cuestionen el orden existente. Esto es lo que hace Darwin con su teoría de la evolución , Marx con la economía política y Freud con el subconsciente .

El auténtico intelectual es quien es capaz de estimular el cerebro de los demás con su universo simbólico. No es quien se refugia en su torre de marfil y practica un corporativismo a ultranza. En el mejor de los casos será un buen especialista , pero nunca un intelectual .

Tampoco es un intelectual aquel que opina sobre lo divino y lo humano. Todo el mundo tiene opinión como todo el mundo tiene nariz. El gran problema es que las plataformas mediáticas se nutren a diario de opinadores basura.

El intelectual es la conciencia crítica, el “pepito grillo”, el que tiene la voluntad del compromiso, el que no vive del presupuesto del Estado, el que no se nutre en los pesebres del poder.

Quizás porque los requisitos son muy exigentes o porque han sido barridos por los opinadores , lo cierto es que parecen una especie en extinción.

Bien es verdad que siempre han sido pocos, porque la tarea tiene sus riesgos.

Se dice que durante el franquismo el “simpático” ministro Solís Ruiz le preguntó al “iluminado” Muñoz Alonso qué era un intelectual. A lo que este último respondió: “Alguien que nunca haría esta pregunta” .

Pues también.
Alf Duran Corner

 

« volver