IRRESPONSABLES Y ALGO MÁS

Focus: Economía
Fecha: 04/04/2014

Leo en “L’Unità”, el periódico fundado por Antonio Gramsci en 1924: “Cosi cresce el movimento per il diritto a decidere in Catalogna e dentro questo l’independentismo, rafforzato da un comportamento ottuso e irresponsabile del governo centrale...”

El gobierno central tiene un “comportamiento obtuso e irresponsable” en el contencioso catalán y en el resto, como se ha puesto de manifiesto recientemente al hacerse público que el Estado (o sea, los contribuyentes) va a rescatar las autopistas en quiebra, entre las que destacan las famosas radiales de Madrid.

Todo viene del glorioso reinado del señor Aznar (en su segunda legislatura triunfal), cuando a la señora Aguirre se le ocurrió crear un nuevo anillo de circunvalación en el páramo mesetario (la M50), para completar el resto de las M que rodean esa ciudad situada “in the middle of nowhere”. Para ello contó con la entusiasta colaboración del señor Álvarez Cascos, que en aquella época ejercía de ministro de Fomento de “la cosa”.

La idea se fraguó en las peores condiciones posibles, pero se presentó como un gran proyecto de colaboración pública-privada, que favorecería los intereses de la población a coste cero para el Estado. Sólo los usuarios correrían con los gastos.

Las empresas de obras públicas habituales (que cierran sus negocios en el palco del Bernabéu), prestaron su colaboración y llevaron adelante las obras. Previamente pidieron los créditos correspondientes para pagar, entre otras partidas, las expropiaciones de terrenos que gracias a la Ley del Suelo de 1996 pasaron de ser rústicos a ser potencialmente urbanizables, o sea, a resultar muy caros. Además tuvieron la feliz idea de disociar su papel como concesionarias de su papel como constructoras, aunque todas formaban parte del mismo grupo.

El mecanismo era muy simple: la concesionaria firmaba el acuerdo de explotación con el gobierno para un determinado número de años; la concesionaria pedía los créditos, dando como garantía la obra terminada; la concesionaria contrataba luego a su constructora filial para que desarrollara el proyecto; ésta última lo llevaba a término y cobraba sus servicios a buen precio (los expertos estiman que el coste de un kilómetro de autopista en España es de 500.000 euros, lo que representa el doble que en Alemania). Y colorín colorado...

Han pasado los años y ha ocurrido lo previsible. El tráfico de esas autopistas ha sido mínimo. Ellos lo achacan a la crisis, pero una vez más mienten sobre el fondo del tema: no eran necesarias, pero han constituido un gran negocio para ciertos colectivos.

Ese conjunto de autopistas ha presentado el procedimiento de quiebra. Su principal acreedor (los bancos) puede quedarse con los activos (las autopistas), que para eso los dejaron como garantía. Pero los bancos tampoco las quieren y señalan la responsabilidad patrimonial de la Administración Pública, que en último término debe hacerse cargo del desaguisado.

En definitiva, los contribuyentes acabaremos pagando las megalomanías de un conjunto de irresponsables que han llevado al Estado a la ruina, mientras las “clases extractivas” seguían haciendo caja.

Qué bonita es “la cosa”, la marca España.

Alf Duran Corner

 

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