JUDIOS. SEGUNDA ENTREGA
Focus: Política
Fecha: 11/04/2002
El imperio turco, aliado de Alemania durante la Gran Guerra, sufrió los efectos de la derrota en su hegemonía sobre el Medio Oriente. El espacio fue ocupado rápidamente por las potencias coloniales europeas (Francia y Gran Bretaña), que se repartieron el territorio por razones políticas y económicas. Por un lado controlaban la expansión de la temida Revolución soviética y por el otro se aseguraban los suministros petrolíferos.
A los árabes los habían utilizado para luchar contra los turcos y a los judíos (apenas cincuenta mil a primeros de siglo) les habían prometido oficiosamente la creación del “estado judío” en aquella zona, para contrarrestar la fuerza de los árabes y contentar al movimiento sionista mundial, bien pertrechado política y económicamente, que defendía el derecho al “retorno”.
Gran Bretaña les había ofrecido la alternativa de Uganda, pero el Congreso Mundial Sionista la rechazó y los británicos al principio se inhibieron. El lobby judío siguió presionando y el 2 de noviembre de 1917, el ministro de Relaciones Exteriores Lord Balfour hizo una declaración pública dirigida a Lord Rothschild, gran magnate judío, en la que el “gobierno de Su Majestad consideraba favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”.
Era una medida diplomática que llevaba el fermento de la destrucción.
En 1940 ya eran 300.000 los judíos asentados en Palestina, procedentes de Rusia, Polonia y Alemania. Luego vino la Segunda Guerra Mundial y el holocausto, y la emigración continuó, a pesar de las protestas de los árabes, que veían como unos recién llegados los expulsaban de sus tierras.
El holocausto fue un crimen, pero jamás debió constituirse en una coartada.
En 1947 la Asamblea General de la ONU aprobó un plan de partición entre árabes y judíos. En la mitad que correspondía al estado árabe había 749.000 árabes y 9.250 judíos. En la mitad judía, 498.000 judíos y 497.000 árabes.
En 1948 Israel se proclamó unilateralmente país independiente y tomó más territorios. Siguió la emigración, que cobró nuevos bríos a partir de la caída del muro de Berlín. Desde entonces ha habido guerras (que siempre ha ganado Israel), pactos (que casi nunca se han cumplido) y mucho terrorismo (un terrorismo amateur del lado árabe y un terrorismo profesional del lado judío).
Israel cuenta hoy con una población de seis millones de personas, de los que el ochenta y dos por ciento son judíos y el resto árabes. A su alrededor están los territorios ocupados, donde tres millones de palestinos son sometidos a la práctica del apartheid. Se calcula que tres millones más se encuentran refugiados en los países árabes colindantes.
Presumen de ser la superpotencia de la zona, que ha tomado por la fuerza la gran superficie que en los años veinte tutelaban los británicos. Es un país militarizado, gobernado por extremistas fundamentalistas de derecha, que acallan la voz de las pequeñas minorías laicas.
Cuentan con el apoyo total del gobierno y de los medios de difusión norteamericanos.
Del lado palestino sólo queda la desesperación. Saben que son “los judíos de los judíos”.
Pero, qué piensan las gentes honestas ? Qué opinarían Freud, Marx y Einstein ante tanta barbarie ?
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