JUEGO LIMPIO
Focus: Política
Fecha: 22/04/2005
De nuevo se ha abierto el debate sobre la financiación de los partidos políticos en España. Es un debate viejo, ligado al proceso democrático, que ha dejado huellas en el camino (casos Naseiro, Filesa, Casinos, etc).
Lo pasado, pasado. Ahora se trata de hacer borrón y cuenta nueva.
Y el método es relativamente fácil: cuentas trasparentes y auditorías públicas.
Los partidos se financian con dinero público y con dinero privado. El primero va ligado estrechamente a su cuota de participación electoral. El segundo es opaco. Esto no puede seguir así. La gente tiene derecho a saber quien se oculta tras la barrera.
Si tomamos a Estados Unidos como modelo de referencia en muchas cosas, bueno será que sigamos sus pasos en este asunto.
En las recientes elecciones presidenciales norteamericanas, encontramos entre los diez principales donantes a la candidatura de Bush a bancos de inversión (Morgan Stanley, Merrill Lynch, Lehman Brothers, Goldman Sachs, CSFB, Bear Sterns) y a consultoras (PricewaterhouseCoopers y Ernst & Young). Kerry, por su parte, tuvo un ranking más variado, con dos universidades (California y Harvard) en los puestos primero y tercero.
El mundo financiero se volcó en ayuda de Bush porque vio en el proyecto de privatización de la Seguridad Social una oportunidad extraordinaria para sus intereses. “Do ut des” (doy para que me des) decían los romanos.
A uno le pueden gustar o no tales decisiones. Pero se halla en condición de juzgarlas porque operan en un régimen de trasparencia y están legitimadas por la ley.
La oposición de Convergència i Unió y el Partido Popular a que las donaciones sean conocidas es un mal signo para la democracia.
Algo huele a podrido. Y no sólo en Dinamarca.
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