LA CAJA VACÍA

Focus: Política
Fecha: 18/05/2017

Emmanuel Macron ha sido elegido nuevo Presidente de la República Francesa. Sustituye al mediocre François Hollande, que fue elegido años atrás, un poco por azar, tras el agitado y teatral período de Nicolás Sarkozy. Hay que reconocer que la trayectoria de los personajes encumbrados a la gloria republicana es para llorar.

Emmanuel Macron era, hace apenas un año, un personaje desconocido para la mayoría de los franceses. Había sido ministro del gobierno socialista, sin que dejara a su paso ninguna acción significativa. Luego se apartó y creó un movimiento alternativo construido a base de vaguedades en todos los ámbitos. Eso sí, lo promocionó bien y encontró el apoyo de los medios de comunicación, cuyos propietarios necesitaban caras nuevas y jóvenes, por si fallaban los equipos tradicionales.

Y estos últimos fallaron estrepitosamente, en particular la opción Fillon, a través de la cual el centro-derecha francés tenía que recoger su turno tras la etapa de un gobierno de centro-izquierda.

En la primera vuelta Macron, un representante del establishment, desbancó a sus colegas del mismo equipo, quedando solo frente a la demonizada Le Pen, a la que ha ganado por una mayoría de dos tercios, sin contar la abstención, ni los votos en blanco, ni los votos nulos.

La burocracia de Bruselas y sus voceros intelectuales se han felicitado de esa victoria, porque les asegura, al menos por un tiempo, sus poltronas, sus ocultos intereses y su probada arrogancia.

Pero han de ir con cuidado, porque tras esa lluvia fina, amenaza tormenta. Y es que en breve (mediados de junio) se celebrarán elecciones legislativas en Francia y veremos cuantos escaños obtiene la etiqueta “En Marche”. Lo que sí parece más probable es que el partido que lidera Marine Le Pen (mejor que cambie el nombre y entierre virtualmente a su padre), será el principal partido de la oposición.

Por cierto, ¿alguien se ha leído las líneas maestras del programa político, económico y social de ese partido? Porque si se lee con detenimiento y sin apriorismos, puede uno identificar líneas de carácter netamente progresista (junto a otras de carácter regresivo), que no se ajustan al estereotipo dominante. Ni todo es malo, ni todo es bueno.

Del discurso del señor Macron, que es un “enarca” (École National d’Administration) y que ha gestionado patrimonios desde la Banca Rothschild, poco podemos intuir. Lo que sí podemos apostar es que el eje franco-alemán seguirá siendo teutón y tendrá nombre de mujer. Francia es un Estado débil, en un entorno europeo de Estados imperiales en proceso de autoliquidación.

De acuerdo con su propia trayectoria (izquierda, derecha, izquierda…), ha elegido como primer ministro a Edouard Philippe, que se crio políticamente con Michel Rocard y luego se entregó al incombustible Alain Juppé. Philippe es también un “enarca”, lo que da fluidez a las relaciones. Sociológicamente son dos magníficos “trepadores”, tal como los describe analíticamente Vance Packard.

Emmanuel Macron es por el momento una caja que parece vacía. Hasta que no se abra del todo, no sabremos lo que hay dentro, si es que hay algo.

Alf Duran Corner

 

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