Focus: Política
Fecha: 27/01/2023
En Catalunya Radio nos cuentan cada día bien temprano las delicias “culturales” que aguardan al ciudadano en los teatros, cines y salas de concierto de la ciudad de Barcelona. Las presentan como piezas maravillosas que solo esperan el ajuste del ciudadano, siempre ávido de novedades que enriquezcan su acervo. Buena prueba del acierto es que acostumbran a repetir que las entradas por venta anticipada están todas vendidas.
Si a esto añadimos los constantes premios que se auto conceden entre los medios públicos (radio y televisión) por su cuota de audiencia, la “calidad” de sus programas y el giro supuestamente literario de algunos de sus presentadores, el ciclo está casi cerrado. Solo debemos añadir la tribu de los tertulianos, todos afines al “pensamiento único” dominante, muchos con cama propia en los estudios para evitar desplazamientos, que nos brindan sus opiniones sobre la vida y la muerte, y lo hacen sin pestañear.
Pero la joya de la cartelera de estos días es el “Pressupost”, y las discusiones correspondientes entre el triste señor Illa, representante del PSOE en el Principat y el señor Aragonés, President de la Generalitat y representante del señor Junqueras. Esas discusiones se remiten a temas puntuales sobre autopistas, aeropuertos, macro proyectos de ocio, partidas sociales y un largo etcétera de minucias. El problema, como siempre, es el dinero necesario para cumplir con lo que se supone son las necesidades de la población residente. Y el dinero que asigna a la Generalitat la autoridad competente (en este caso el Estado español) no alcanza para cubrir esas necesidades. Y entonces hay que hacer encaje de bolillos –como lo hacía mi abuela- y quedar mal con todo el mundo.
Ahora que el sainete cuenta con colectivos añadidos que expresan su descontento por las estrecheces económicas que padecen, estrecheces que les impiden cumplir su papel social (los sectores sanitario y educativo), nadie de toda la fauna y flora del espectro político y mediático dice de forma clara y transparente que si el dinero que pagan los contribuyentes catalanes a la hacienda pública se quedara en casa, todos esos problemas (y otros de mayor alcance) no existirían. Nadie, absolutamente nadie.
No se puede hablar del Déficit Fiscal que año tras año golpea a los ciudadanos catalanes, déficit que si no lo tuviéramos evitaría todas esas discusiones inútiles entre personajes mediocres que solo saben gestionar la escasez. Si el famoso “Pressupost” contara con los 20.000 millones de euros que desaparecen en la galaxia del Estado, el tema se cerraría y los tertulianos podrían retirarse de una santa vez.
A ese gobierno catalán, subsidiario del 155, le falta coraje y por eso esconde la realidad a la ciudadanía. Es cierto que tomar decisiones entraña riesgos, pero es sabido que una vida sin riesgos no merece la pena. Deberían leer, si es que lo conocen, a nuestro Serafí Pitarra, siempre dispuesto a despertar la desidia de la concurrencia, cuando apuntaba acertadamente:
“Diu l’article vint-i-sis
Que en un cas de compromís
El govern té atribucions
Per passar-se pels collons
Totes les lleis del país”.
Y si no cuentan con esos atributos, mejor que se dediquen a otra cosa.