LA CONFUSION
Focus: Política
Fecha: 04/07/2003
Uno no tiene porqué renunciar a sus orígenes, a su cuadro de valores, a su forma de interpretar la realidad, a su proyecto de futuro.
La derecha y la izquierda tienen sus íconos, sus referentes históricos, su propia especificidad.
Como bien explica Bobbio, de las seis grandes ideologías nacidas entre los siglos XIX y XX, tres son clásicas (el conservadurismo, el liberalismo y el socialismo científico) y tres son románticas (el anarco-libertarismo, el fascismo y el tradicionalismo). Son de derechas dos ideologías románticas (el tradicionalismo y el fascismo) y una clásica (el conservadurismo). Son de izquierdas una romántica (el anarco-libertarismo) y una clásica (el socialismo científico). La última clásica (el liberalismo) es de derechas o de izquierdas según los contextos.
Sin embargo, en los últimos días, hemos tenido ocasión de escuchar algunas declaraciones que nos permiten constatar que ciertos políticos o son unos ignorantes o son unos necios.
La señora Esperanza Aguirre pertenece a un partido de derechas, cuyos orígenes históricos y buena parte de sus dirigentes tienen vínculos directos con el franquismo (que, conviene recordar a los desmemoriados, fue un régimen fascista). Por eso no puede acusar a su contrincante político señor Simancas de parecerse a Goebbels. Si acaso, lo podría tildar de leninista.
Para hablar de Goebbels, mejor que hurgue en su propio partido y encontrará a colegas como Gabriel Cisneros (todavía le huele su camisa azul con la que presumía en las cortes franquistas) o a Manuel Fraga (sobre cuyos antecedentes políticos la sociedad española ha cubierto, cínicamente, un tupido velo).
La mal llamada “transición democrática” fue una operación de ocultamiento y disimulo para que sigan gobernando los que siempre lo han hecho.
Pero no tienen porqué renunciar a sus orígenes y tratar de confundir al personal. Al pan, pan y al vino, vino.
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