LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Focus: Economía
Fecha: 05/04/2013

Estos últimos días hemos vivido el cierre del largo proceso de saqueo de los recursos económicos de la población de occidente por parte de la oligarquía financiera, con la velada ayuda de un nutrido grupo de políticos profesionales.

Todo empezó y cristalizó en los inicios del siglo XXI, a través de la producción de dos grandes burbujas: la financiera y la inmobiliaria. Los órganos reguladores de los países afectados miraron hacia otro lado mientras los saqueadores hacían su agosto. Luego las burbujas estallaron, y los gobiernos acudieron prontos a ayudar a sus colegas financieros con el pretexto de que si no lo hacían el “sistema” se hundiría. Esos miles de millones de ayudas fueron, como es habitual, a cargo de los contribuyentes.

Lógicamente, estas ayudas sobrecargaron la Deuda Pública de la mayoría de los Estados, lo que determinó la puesta en marcha de programas de “austeridad” para recuperar la “estabilidad fiscal”, lo que significó nuevas cargas sobre los ciudadanos corrientes. Lo que no hicieron los gobiernos fue ayudar a los pequeños compradores de productos tóxicos (preferentes y subordinadas incluidas), porque “en una economía de mercado cada uno debe asumir sus propios riesgos”.

Como no había suficiente y algunos países hacían aguas, se les inyectó dinero desde órganos supranacionales, en el bien entendido de que ese dinero debía utilizarse en primer lugar para pagar los intereses de los acreedores internacionales. En ocasiones erraron en los cálculos (caso de Grecia) y se vieron obligados a hacer una quita de parte de la deuda, lo que afectó a algunos pesos pesados de la banca mundial, las grandes aseguradoras y los fondos de cobertura, aunque se les buscaron compensaciones por otro lado para no molestar a los “mercados”. Martin Scorsese hubiera hecho con todo esto una bella película.

Tras este episodio, la banca apretó más las tuercas en su ya mermada posición de crédito a empresas y familias (que en teoría es su función principal).

Los grandes operadores hicieron sus apuestas contra la deuda de los países más afectados y recuperaron sobradamente las pérdidas sufridas con la deuda griega. Luego surgió Mario Draghi, como ángel exterminador, y aseguró públicamente que “haría lo que fuera para proteger al euro”, lo que dio buena imagen y poca cosa más. La “prima de riesgo” bajó, porque el negocio ya estaba hecho. Draghi hizo más, en ayuda a sus colegas y amigos: barra libre para la banca al 1%. Con ese dinero se compró Deuda Pública de los periféricos, lo que produjo unos sabrosos márgenes. En paralelo la Deuda seguía creciendo y las políticas de austeridad progresaban a buen ritmo, lo que garantizaba una peor calidad de vida para los ciudadanos de hoy y de mañana.

El círculo se ha cerrado con la expropiación de parte de los depósitos de los bancos de Chipre. Así se castiga también a los ahorradores.

Por menos de esto estalló la Comuna de París. Claro que eran otros tiempos y ahora las revoluciones ya no están de moda. El poder lo ha pervertido todo, hasta el lenguaje. Por eso el pueblo se contenta con aplaudir a ”la roja”.

Ya nos alertó lúcidamente Herbert Marcuse: “El hombre en la sociedad capitalista “avanzada”, obnubilado por un consumo sin freno y por una falsa liberalización de las costumbres, pierde todo sentido crítico, se convierte en un hombre unidimensional, integrándose más y más en el sistema”.

Alf Duran Corner

 

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