LA EDUCACIÓN Y EL DESEMPLEO
Focus: Sociedad
Fecha: 23/01/2014
Es bien sabido que el desempleo en España es muy elevado y que las fuentes de creación de empleo están agotadas. Sólo el turismo y la construcción son sectores intensivos en mano de obra, aunque el primero ha alcanzado su límite y el segundo tiene que dejar que transcurran muchos años hasta que se liquide el stock de obra nueva. Es cierto que el Estado podría continuar haciendo obra pública inútil (AVE’s , aeropuertos, autopistas, etc.), pero por suerte no puede seguir endeudando a sus contribuyentes porque los acreedores lo vigilan de cerca. Lo anterior significa que por muchas historias que nos cuenten (las maniobras estadísticas de la EPA), la tasa de paro continuará siendo alta y la gran mayoría de desempleados mayores de cuarenta y cinco años no volverán a encontrar un trabajo estable.
La política económica de los gobiernos del PP y del PSOE ha quemado el proyecto personal de millones de personas. Y esto, desgraciadamente, no tiene remedio. Pero todavía podemos hacer algo para que las nuevas generaciones tengan otra alternativa que no sea emigrar, y esto pasa por un cambio radical en los planes de educación.
Si olvidáramos los programas uniformizadores, estrambóticos y dogmáticos del chulesco señor Wert y tomáramos a Suiza como modelo, probablemente en unos años nuestra tasa juvenil de desempleo no sería superior al 50% (como es ahora) y podría quedar reducida a un solo dígito. Tengamos en cuenta que en Suiza es inferior al tres por ciento. ¿Y qué hace Suiza para alcanzar este grado de excelencia?
En primer lugar es un sistema descentralizado, propio de un Estado confederal en el que los cantones guardan celosamente su capacidad decisoria en programas y contenidos. Las etapas formativas son parecidas en todos los cantones (primaria, secundaria y superior) y no cambian según el antojo del último ministro de turno. Hasta aquí podría parecer algo convencional, pero lo que hace de Suiza un caso aparte es la formación superior. En este estadio los alumnos eligen entre las altas escuelas (universidades, altas escuelas especializadas) y la formación profesional superior. Y este segundo camino es el que toman un 65% de los estudiantes que han terminado la formación obligatoria de nueve años, con dos opciones : el “Vocational Education and Training” (VET) y el “Professional Education and Trainign” (PET).
Estas escuelas profesionales (públicas y privadas) dan una formación dual (clases y prácticas de trabajo en paralelo) en un gran abanico de especialidades que el mundo económico y sindical propone. No se trata de inventarse grados universitarios de cuatro años sin apenas contenido, que podrían cursarse en tres meses (como ocurre en España), sino de aprender haciendo (“learning by doing”) aquello que aporta valor a la sociedad. 58.000 empresas suizas colaboran periódicamente en estos programas de tres años y destinan 5.400 millones de dólares en material, salario de los profesores, salario de los estudiantes-aprendices, etc. Los resultados prueban la calidad de los programas; el salario inicial para un graduado VET en el área comercial / marketing es de unos 50.000 dólares anuales.
Ahora que se habla tanto de “sociedad del conocimiento”, no estaría de más que nuestros mejores pedagogos hicieran algún stage en la cercana Suiza. Insisto en lo de pedagogos. Ni burócratas, ni ministros.
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