LA FELICIDAD
Focus: Sociedad
Fecha: 09/03/2000
Es algo que se produce, no algo que se posee, decía
Aristóteles. Una cierta energía, una cierta actividad,
apostillaba.
Cuando en una democracia formal viene época de elecciones
(Estados Unidos, Finlandia, España, los líderes políticos hacen
sus propuestas para obtener el voto de los ciudadanos.
Algunas de estas propuestas están construidas desde los
supuestos buenos resultados de una gestión de gobierno. Las
otras pretenden exponer las carencias y outputs negativos de
tal gestión y las maneras de cambiar el signo de las cosas.
Pero todas ellas tienen una cosa en común: proporcionan
datos de naturaleza económica. Estos pueden ser la tasa de
incremento del PIB, la inflación, el desempleo, la población
activa, el déficit público, el consumo privado, la venta de
automóviles, la tasa de ahorro, etc.
La lógica argumental de tales propuestas es muy simple:
mayor riqueza, mayor calidad de vida, mayor índice de
felicidad.
Lo cierto es que nadie ha probado este triple correlato y que
las hipótesis más verosímiles apuntan a que, de existir el
correlato, éste sería negativo. Es decir: a mayor riqueza,
menor calidad de vida, menor índice de felicidad.
Todo viene determinado por los parámetros que usemos para
construir el índice de felicidad. Si nos basamos en el tener
más que en el ser, en la ostentación más que en el disfrute,
en la prisa más que en el sosiego, seguramente estaremos
equivocándonos.
Y cuando nos demos cuenta, ya será demasiado tarde.
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