LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS LARGOS

Focus: Política
Fecha: 31/05/2018

Dieciocho meses después de que el presidente Hindenburg nombrara canciller de Alemania a Adolf Hitler, se produjo un hecho relevante que afectó directamente al núcleo central del partido nazi. Previamente el canciller ya había prohibido el resto de partidos políticos y parecía que lo tenía todo controlado, pero no era así. Las SA, cuerpo paramilitar surgido tras la derrota de la I Guerra Mundial, gozaba de mucha autonomía y su líder, Ernst Röhm, amenazaba la posición del propio Hitler.

Y en una noche (del 30 de junio al 1 de julio de 1934), los leales del canciller (las SS y la Gestapo) liquidaron físicamente a las principales cabezas de las SA, en una purga que costó la vida a ochenta y cinco personas conocidas, y probablemente a muchos más personajes secundarios. El resto del aparato del Estado (poder judicial, estamento militar, etc.) aplaudió el acto, pues consideraban que las SA estaban incontroladas y Hitler era una versión más razonable. Entre Heydrich (SS) y Himmler (Gestapo) fabricaron pruebas falsas (que probaban que Röhm había recibido una fuerte suma de dinero de Francia para derrocar a Hitler) para justificar ante la opinión pública la purga. Este último aspecto era clave, pues la mayoría de los partidarios del Partido Nazi lo eran por adhesión a la “camisas pardas” de las SA. Heydrich y Himmler hicieron un buen trabajo y salieron airosos, con la colaboración entusiasta de Goebbels. Luego serían premiados con honores.

Hago esta reflexión ante los últimos acontecimientos que se viven en el Estado Español, un Estado en plena descomposición, en el que los principales actores se mueven en terreno pantanoso, prestos a saltar sobre el adversario, inquietos, desconfiados, sin más lealtad que hacia sí mismos, luchando por sobrevivir. Aquí las purgas son más light y no hay sangre sobre el asfalto, pero el resto es similar.

La sentencia del caso Gurtel (primera parte) era esperada. No ha sorprendido a nadie. Lo más llamativo es la contundencia. Se califica al PP de organización criminal, constituida como trama organizada, que se autofinanciaba a través de la asignación de obra pública y otros servicios a empresas y personas afines, a precios superiores a los del mercado. Este sistema de corrupción institucionalizada afectaba a la totalidad del partido, en un claro trasvase de dinero público (el dinero de los contribuyentes) a los interesados. Se condena a muchas personas, pero lo crucial es que se condena al partido del gobierno, uno de los partidos que junto al PSOE ha manejado las riendas del Estado desde la Transición.

El PSOE tuvo su GAL (terrorismo de Estado con mayúsculas) y el PP su Gurtel (corrupción de Estado con barra libre). Y tanto los unos como los otros siguen ahí. No es de extrañar que con estas bases de un Estado de “no Derecho” tengamos presos y exilados políticos (todos catalanes) por razones ideológicas, mientras que sentencias firmes como las del señor Urdangarín o la del señor Rato siguen sin ser ejecutadas.

El presidente del tribunal de la Gurtel (señor Hurtado) ha hecho todo lo posible para evitar la condena, pero no ha sido suficiente. Eso sí, ha retrasado la publicación de la sentencia para que el PP, con el apoyo del PNV, aprobara los Presupuestos Generales. Les ha echado una mano a sus amigos.

La situación es tensa y se puede cortar con un cuchillo. El señor Rajoy, el mismo día en que se publicaba la sentencia, contestaba a las preguntas de su fiel escudero señor Herrera (desde las antenas de la COPE episcopal), diciendo que un partido es más que unos 5 ó 10 casos de corrupción. El señor Rajoy es de letras y la aritmética tampoco es su fuerte. Si supiera contar, vería que pasan de mil personas los militantes, simpatizantes y afines al PP implicados en casos de corrupción. Es la metástasis de la corrupción.

Argumentar que eso son “cosas del pasado”, como declaran sus tristes amanuenses (señores Hernando, Casado, etc.), es olvidar que la investigación de los hechos delictivos arranca en 1999 y que el señor Rajoy era ya vicesecretario del partido en 1990, secretario general en el 2003 y presidente en el 2004. ¿Y ahora qué? Pues lo más probable es que no haya cambios significativos. Si la moción de censura no prospera, el señor Rajoy continuará navegando en el mar de las obviedades, que es un mar en el que se siente cómodo. Tiene todavía dos años de legislatura para superar la debacle.

Si prospera, el teórico jefe de la oposición señor Sánchez, que ahora trata de despegarse de su socio natural (señor Rajoy), no moverá pieza, pues se sabe observado críticamente por la mirada casposa del sórdido establishment de Ferraz (señores Guerra, Borrell, Rodríguez Ibarra, etc.). Está pillado además  por haber apoyado la “salvajada procedimental” del artículo 155. No lo hará mejor ni peor que “M punto Rajoy”, pero como mínimo se espera que limpie las letrinas del Estado.

Dicho esto, no debemos olvidar su trayectoria. Hasta ahora el señor Sánchez ha superado en mediocridad al señor Rodríguez Zapatero (lo cual tiene su mérito) y se ha rodeado de una panda de inútiles, entre veteranos y jóvenes promesas. El PSOE está en caída libre. Aguantará allí donde todavía controla las subvenciones que financian un paro estructural (Andalucía y Extremadura), pero tiende a desaparecer, al igual que le ocurre a gran parte de la socialdemocracia europea. Se han quedado sin discurso político.

El señor Rivera y su variopinto grupo de trepadores profesionales, se ven ya como triunfadores, ocupando las plazas más importantes del poder. Hacen juegos malabares con sus votos (de lo que nadie se acuerda), lo que les permite apoyar a la señora Díaz (PSOE) para que siga gobernando (puro eufemismo) en Andalucía y al sustituto de la señora Cifuentes (PP), para que lo haga en la Comunidad de Madrid. Esta teórica contradicción es la mejor prueba de que para ellos “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”. Y en esto les doy la razón. PP y PSOE tendrían que fusionarse y acabar con tanta pantomima. Pero el señor Rivera debería ir con más cuidado, pues los políticos no son únicamente los agentes principales del Estado.

Empezaremos por el poder judicial, o mejor el poder de jueces y fiscales. La cúpula del poder judicial ha salido fundamentalmente de las propuestas de los dos partidos dominantes, no del voto libre e independiente de los jueces. El Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, los magistrados del Supremo, etc., vienen por este conducto. Esto supone una dependencia implícita del gobierno de turno. El poder judicial en España no es independiente; no lo ha sido nunca. En cuanto a los fiscales, son funcionarios jerarquizados que dependen del Fiscal General del Estado, que a su vez depende del ministro de Justicia. De ahí su manifiesta beligerancia. En este momento, los componentes de la denominada “brigada Aranzadi” son fieles, en términos generales, al PP-PSOE. Es cierto que pueden cambiar, si interpretan que hay un cambio en la orientación del viento, pero no se precipitarán. Si lo hicieran, no serían funcionarios.

El poder mediático, dominado por la “caverna” en distintas versiones de derecha a izquierda, tiene unas cuentas de resultados muy ajustadas y una abundante deuda en los balances. No se puede permitir muchas veleidades. Parece que se decantan por el neofalangismo de Ciudadanos, pero no apostarán por el cambio de siglas hasta que no lo tengan muy seguro. Algunos saben que Hacienda y la Seguridad Social los pueden llevar mañana mismo a concurso de acreedores.

Por último, el famoso poder del “Ibex/35” no es el poder de los principales accionistas o directivos de los 35 valores que componen el índice, sino el de las siete u ocho empresas cuyo valor de capitalización alcanza el 80% del valor total del conjunto. Y la mayoría de esas empresas y sus directivos deben muchos favores al PP y al PSOE, que son los que han dirigido los procesos de privatización, fusiones y absorciones que les han permitido prosperar en dimensión y resultados, aparte de alimentarlos regularmente con los decretos del BOE. Santander, BBVA, Iberdrola, Telefónica, AENA, Repsol, CaixaBank, Gas Natural y Endesa destacan en el ranking de “amigos y conocidos”, lo que es fácil de comprobar si repasamos sus consejos de administración, bien nutridos de políticos que han cruzado las puertas giratorias. Es cierto que algunas de esas privilegiadas empresas han apoyado en todos los términos el despegue del nuevo falangismo, pero si cambia el panorama harán lo que más les convenga. Business is Business”.

En definitiva, creemos que el señor Rivera debería controlar sus ímpetus juveniles si no quiere salir malparado. Es verdad que él se ha posicionado a la derecha de la derecha y esto, en un país en el que el treinta por ciento de la población declara no sentirse incómoda en un régimen autoritario, es acertar de lleno. Pero ha de ir con cuidado. Se le ve sobreexcitado (presten atención a sus pupilas) y estos disparos de adrenalina y cortisol tienen su coste. Además, no puede fiarse de nadie, ni incluso de su teórica guardia pretoriana. En un partido sin ideología como es el suyo, los militantes tienen otros objetivos más espurios. Sólo les une la ambición de poder. Y de quien menos debe fiarse ahora es de sus aliados en los distintos frentes (PP y PSOE). Recordemos que Heydrich y Himmler fabricaron las pruebas que legitimaron la liquidación de Röhm. En España todo es más ruin, pero en los últimos años ha salido mucha basura (pruebas falsas) de las alcantarillas del Estado, eso sí, dirigidas especialmente contra los líderes independentistas catalanes. El señor Rivera y sus amigos se han prodigado en exceso; seguro que los tienen bien fichados. Hasta ahora han sido útiles para el establishment, pero pueden dejar de serlo. Seguro que los “dossiers” están bajo custodia. Y ¿quién no ha cometido algún desliz en su vida?

Hay otros agentes, en este caso políticos, que por el momento actúan como espectadores. El PNV ya ha hecho su trabajo habitual. Su estatus fiscal con el Estado los sitúa en posición inmejorable respecto a la ciudadanía vasca, que es la que los vota: mejores rentas, mejores prestaciones, mejores servicios. Tienen una moral de conveniencia, como se demuestra especialmente en el caso de los chicos de Alsasua (no sabe, no contesta). Sus promesas frente al 155 han hecho agua, como siempre. Y por último, los “podemitas” están muy ocupados en referéndums de la señorita Pepis, como fue el caso del “sí o no” sobre la continuidad de sus líderes por un tema doméstico (la compra de un chalet digno de la película “Mujercitas”, con una hipoteca de largo recorrido).

Luego están los catalanes (no los españoles que viven en Catalunya, como el señor Carrizosa o la señora Arrimadas), que observan y aguantan las embestidas del Estado. Aunque en esta ocasión no sirvió de nada el nuevo envío de una tropa de policías y agentes de paisano para que invadieran, por enésima vez, domicilios, despachos y almacenes en busca de no sé qué, con objeto de intentar tapar el estacazo de la Gurtel. Además, en un mundo digitalizado, todo está en un lápiz electrónico y se puede obtener por Internet. El resto es el repetido “show business” con el que nos distrae el señor Zoido, aunque luego nos pasa la factura del coste del evento.

Hay que ver como acaba esta película de serie B. Hasta ahora el único elemento cohesionador del bloque españolista ha sido su odio a los independentistas catalanes. Pero esto era sólo un pre-requisito. Para lo demás se ha abierto la veda: todos contra todos. Rajoy ha hecho de su “tancredismo” el mejor instrumento de supervivencia. Espera que los otros muevan pieza. Sánchez es un mojigato: quiere pero no puede; puede pero no quiere. Hace el amor con preservativo; no tiene el coraje de asumir el mínimo riesgo. Y Rivera es el “chico de la película”, que podría ser como mucho un buen entrenador personal en un gimnasio del upper Diagonal. Es un “pijo marrón” que trata de imitar al señor Macron (que es genuinamente pijo), sin apreciar la sutil mediocridad de este último. Veremos quién sale mejor parado en esta reyerta.

Será la versión española (castiza) de la “noche de los cuchillos largos”.

Alf Duran Corner

 

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