LA NOSTRA ?

Focus: Comunicación
Fecha: 30/03/2017

Así describen a la cadena de televisión TV3, que bajo el paraguas de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals opera en el territorio catalán, con alguna extensión, siempre sujeta a vaivenes políticos, hacia otras zonas de cultura catalana (País Valencià i les Illes).

Creada en 1983 (bajo la denominación de Corporació Catalana de Ràdio i Televisió), por la voluntad política y el coraje de Jordi Pujol, se transformó pronto en una de las columnas básicas para la recuperación de la normalidad como país, en defensa de la lengua propia y de la conciencia de catalanidad. No lo tuvo fácil el President, pues el gobierno español, con la falsa etiqueta de progresista (PSOE), pretendía mantener la cobertura mediática catalana en lengua castellana, siguiendo la trayectoria que el franquismo impuso por la fuerza. Al final, el President Pujol se saltó la “legalidad” que representaba el entonces director de Televisión Española señor Calviño, que seguía al pie de la letra las instrucciones de su jefe Felipe González.

Todo esto está en las hemerotecas, por si alguien se quiere enterar o pretende que quede en el olvido.

Pero si aparcamos por un momento el proyecto cultural y político, y nos limitamos a analizarlo desde un punto de vista de gestión, nuestra lectura ha de ser muy crítica. La Corporació está sobredimensionada, y en especial TV3 se ha transformado en una organización inmanejable, en la que los costes son y serán siempre muy superiores a los ingresos, por mucho que se incremente la subvención a cargo de los presupuestos de la Generalitat, es decir, a cargo de los contribuyentes.

¿Cómo se ha llegado a esta situación?  De una forma muy simple. A lo largo de estos treinta y pico de años, la plantilla de TV3 ha ido creciendo en todas las categorías. Los casos de despido han sido atípicos. La productividad muy baja. La media salarial (alta en términos comparativos) no guarda relación con el rendimiento. Los partidos políticos han ido colocando a sus fieles, bajo el eslogan de la plurirepresentación. Curiosamente el PSC e Iniciativa lideran las cuotas, bajo la histórica vaticana supervisión de Unió Democràtica  (versión Durán Lleida). Se practica una endogamia que aburre a los espectadores. Bajo una idea ridícula de neutralidad, montan tertulias “equilibradas” en las que siempre tenemos a un franquista camuflado. Muchos de los que se autocalifican como periodistas, tienen productoras propias que facturan a la cadena a precios exagerados. En los informativos no hay criterio sobre proporcionalidad, lo que les lleva a contrastar un acto de Sociedad Civil Catalana (cuyos socios apenas podrían llenar la platea de un cine de barrio) con eventos de la Assemblea Nacional Catalana, que a primeros del 2015 contaba con 80.000 miembros. Dan noticias a partir de fuentes tóxicas (El Mundo, El País, La Razón, etc. etc.), cuando es conocido el sesgo que esto conlleva.

Yo creo que sus sucesivos equipos directivos no han sido capaces de identificar su público objetivo, que no es otro que las capas menestrales de la Catalunya interior y la pequeña y mediana burguesía que se siente catalana por encima de todo, y que en los últimos tiempos se ha decantado por el independentismo. La gente que acude a las multitudinarias manifestaciones de la Diada es fiel a TV3.

Los españolistas que viven en Catalunya (cualquiera que sea su clase social) ven TV1, Antena 3, Telecinco y el resto de subsidiarias, que emiten en castellano, con sólo breves desconexiones en catalán en el caso de TV1. Así lo confirman las audiencias. Se alimentan de los mensajes anticatalanes que esos medios producen continuamente.

Cualquier experto en comunicación lo vería claro. El posicionamiento actual de TV3 es ambiguo. Hay un espacio importante a su alcance que nadie cubre, ni tampoco quiere cubrir. 8TV no tiene capacidad para hacerlo, su ámbito es local, pertenece a un grupo españolista, vive del tándem Arús-Cuní (que son productores independientes) y no levanta cabeza en términos económicos.  Betevé  es local, tiene altibajos en su programación, cuenta con un limitado presupuesto y está bajo la mirada atenta del Ayuntamiento de la señora Colau, que la ha transformado en su altavoz de propaganda.

Si de verdad TV3 quiere serla nostra”, lo primero que tiene que hacer es una limpieza a fondo (como ya lo habría hecho una empresa privada que llevase tantos años perdiendo dinero), buscar una fórmula de financiación diferente (un canon sería una muy buena opción) y acercarse a su público objetivo, que en su mayoría es soberanista.

Es curioso observar como el nombramiento de Vicent Sanchis ha levantado ampollas entre una plantilla que pretende mantener el statu-quo actual, en el que se mueven con comodidad. Saben que Sanchis es un tipo duro, que no está para monsergas y que abandonará el barco si no le dejan trabajar como el desea. Es un buen  periodista (mercancía escasa en este país), con una trayectoria impecable, riguroso en su método de trabajo y siempre bien informado. Pero para hacer la revolución que necesita TV3, Sanchis ha de contar con una estructura de gestión profesionalizada, no de periodistas o afines a “la casa” sino de managers experimentados.  ¿Los tiene la Corporació? Si no, que los contrate.

Dicen que TV3 es de todos. Sí, de todos los que se sienten catalanes, aman su lengua y su cultura y desean compartir el proyecto ilusionante de un Estado propio. El resto juegan en otro equipo.

Alf Duran Corner

 

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