LA ORGANIZACION VACIA

Focus: Empresa
Fecha: 21/05/2002

En el mundo empresarial siempre han existido cazadores solitarios. Gentes que han explotado su know-how personal y han preferido permanecer independientes. Charles Handy ha recordado que, en Gran Bretaña, casi el noventa por ciento de las empresas tienen menos de cinco empleados.

Frente a ellos se encuentra la gran organización, que cuenta con importantes activos, físicos y humanos, y que pretende cubrir todas las áreas de la gestión.

La automatización de productos y procesos, así como las tecnologías de la información y la comunicación, han reducido sustancialmente las plantillas, pero las grandes organizaciones continúan siendo microcosmos de la sociedad global.

Sin embargo, la imparable batalla por reducir los costes, ha identificado nuevos caminos con los que mejorar la eficiencia. Uno de ellos es la externalización.

Externalizar es dar fuera todo aquello que no es nuclear en la empresa. Por qué producir si lo pueden hacer otros mejor que nosotros? Por qué centralizar los pedidos si existen negocios especializados en ello? Por qué distribuir si hay compañías cuya razón de ser es la logística completa? Por qué cuidarse del cobro a los clientes, de las compras y de un largo etcétera?

La lógica económica es que es mejor pagar por un trabajo hecho (bien hecho, porque si no no se paga) que asumir los costes fijos de una nómina y los conflictos sociales que entraña la gestión del personal.

Parece muy fácil, pero no lo es porque aquí hay trampa.

Cuando las empresas externalizan, trasladan el conflicto más abajo. Las “maquiladoras” mejicanas son una bomba de relojería que un día puede explotar al norte de Río Grande.

Bien es cierto que este es un argumento ético y, por el momento, tiene poca incidencia en la cuenta de resultados. La ética se despacha con los oficios religiosos del domingo por la mañana o con alguna pequeña contribución a una ONG domesticada.

Hay un segundo argumento que empieza a preocupar a algunos managers: si dispersas la gestión, el control de operaciones se hace muy difícil. Si algo falla en el engranaje, el resultado puede ser nefasto.

El problema con las modas (y la externalización es una de ellas) es que los ejecutivos mediocres se las toman en serio.

Cómo vamos a implicar a la gente en un proyecto si no confían en su carrera profesional en la organización?

Ya sabemos que el largo plazo sólo sirve para que los bancos de inversión hagan sus proyecciones financieras, pero un horizonte estable de dos a tres años es signo de salud para cualquier empresa bien dirigida.

Si seguimos el ritmo actual de la externalización, las organizaciones van a quedar vacías.
Alf Duran Corner

 

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