LA OTRA CARA DE AFGHANISTAN

Focus: Sociedad
Fecha: 02/09/2005

En un informe muy bien documentado, como es habitual en este medio, Der Spiegel presenta una realidad de Afghanistan que no aparece en los medios convencionales.

Afghanistán no será nunca una democracia, ni probablemente existe ningún interés en que lo sea. Las Naciones Unidas aceptaron la propuesta del gobierno norteamericano tras el impacto del “11 de septiembre” y los cuerpos militares de diversos países siguen allí en misiones poco concretas y con espíritu “marianista”.

Afghanistán es importante por razones geoestratégicas y por ser el primer productor mundial de opio, a partir del cultivo de las amapolas.

Durante el período talibán, el gobierno ejerció un cierto control sobre las plantaciones, manteniendo un difícil equilibrio entre sus valores morales coránicos y sus fuentes de ingresos.

En la actualidad, el país es un reino de taifas y el gobierno de Kabul, bajo protectorado norteamericano, apenas controla la capital y su área de influencia.

A los “señores de la guerra” afganos (puro eufemismo), que tienen ejércitos propios y dominan sobre extensos territorios en los que imponen su ley, no les importa el factor geoestratégico, siempre y cuando nadie intervenga en el negocio del opio.

El noventa por ciento del opio que se consume en el mundo procede de Afghanistán. 131.000 hectáreas están destinadas al cultivo de amapolas. Y nadie hace nada serio para cambiar las cosas.

Y la gran paradoja es que mientras unidades militares alemanas siguen sus rutinas inútiles en ese país, Alemania cuenta con 150.000 adictos a la heroína (derivada del opio), cuyo tratamiento exige una partida presupuestaria de centenares de millones de euros.

La ruta de la droga se inicia en Afghanistán, pasa por Turquía (donde los clanes kurdos manejan las redes), luego Bulgaria, hasta llegar a Holanda y luego a Alemania.

Las agencias internacionales de prensa han emitido unos despachos en los que se habla, de una manera vaga, de una pequeña disminución de la producción de opiáceos en Afghanistán.

Por favor, no nos vendan la moto.
Alf Duran Corner

 

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