LA PLAZA DE ORIENTE
Focus: Sociedad
Fecha: 13/07/2012
Con motivo del triunfo de la selección española de fútbol en la Eurocopa, una buena parte de la población de Madrid se ha echado a la calle para vitorear a sus héroes. Hasta aquí todo normal –de una normalidad que siempre se me ha antojado bastante triste- , aunque en este caso la fiesta ha servido para dar rienda suelta a lo más pringoso del nacionalismo español, un nacionalismo agresivo y excluyente que no acepta el derecho de otras naciones del Estado a expresar sus ansias de libertad.
Los comunicadores del entramado Mediaset (el reino del señor Berlusconi) calentaron los motores desde las cadenas Telecinco y Cuatro. Su discurso tenía aires guerreros y no se sabía exactamente si describían la marcha de un juego o la recuperación de la isla de Perejil. Todo muy patético.
Luego llegó la explosión y saltaron las alarmas. Había que demostrar al “mundo mundial” que los españoles contaban con activos físicos suficientes (el argumento de la testosterona) para enfrentarse a cualquier adversidad. Salieron las banderas, se lanzaron gritos profascistas, se pegaron palizas a algunos emigrantes que pasaban por allí, se estropeó el mobiliario urbano y se dejó el espacio lleno de orines y vomitonas.
En los estertores del franquismo (pronto hará ya cuarenta años), Arias Navarro convocó a los fieles para que exaltaran al caudillo Franco, después de que éste fuera duramente criticado por los gobiernos internacionales, tras haber ordenado la ejecución de un grupo de antifranquistas. El lugar elegido, como era habitual, fue la plaza de Oriente y allí el homenajeado, con uniforme militar, gafas de sol y una trémula voz, dijo entre otras cosas: “Españoles: Gracias por vuestra viril adhesión… Todo obedece a una conspiración masónica e izquierdista…”.
Por las consignas que han corrido en la exaltación de “la roja”, el genotipo se mantiene. España está en quiebra, la corrupción no tiene fin, la banca ha vendido basura, la honestidad es escasa entre la clase política…. Pero, eso sí, “los tenemos bien puestos” (ese es su singular concepto de la virilidad) y no consentiremos que alemanes, holandeses o finlandeses nos digan lo que tenemos que hacer. De nuevo la “conspiración masónica”.
Hay que romper este cerco y salir a respirar. Cada día que pasa el aire está más viciado.
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