LA RATONERA
Focus: Política
Fecha: 01/10/2010
En 1952, en el West End londinense, Agatha Christie estrenó una de sus más emblemáticas obras: “La Ratonera”. La obra sigue representándose y se ha transformado en un clásico.
Pero la realidad, como siempre, supera la ficción. Occidente tiene en Afganistán su propia “ratonera”. En el 2011 la coalición llevará diez años allí. Y el alto mando militar (americano, por supuesto) no tiene intención de marcharse. En definitiva, un clásico.
¿Y qué hace Occidente allí, aparte de un consumo improductivo? La verdad es que probablemente no lo saben. La vieja coartada de que están buscando a Bin Laden ya no sirve. Si con toda la más sofisticada tecnología y los más entrenados soldados (tropa regular y especialistas contratados), todavía no lo han encontrado, es que ha muerto, se ha retirado a un monasterio y se dedica a la contemplación o quizás jamás existió.
Afganistán es un país algo mayor que España (650.000 kilómetros cuadrados), con una población de 28 millones de habitantes, de mayoría pashtun, pero con otros grupos étnicos de larga tradición en el territorio. Un país islámico, de religión suní (como los sauditas y la mitad de los iraquíes), dedicado preferentemente a la agricultura (un 78% de la población), en la que sólo un 13% del territorio es cultivable.
Un país, en el que un 43% de la población tiene menos de 14 años, con una esperanza de vida de 44 años y en el que la mujer tiene una tasa de fertilidad oficial de 6 hijos. Un país inventado por los ingleses a mediados del siglo XVIII para hacer de amortiguador entre el imperio británico y el imperio ruso. Un país sometido a la influencia de su poderoso vecino pakistaní que sirve a los ricos como campo de tiro en período de pruebas.
Un país sobre el cual el general David Petraeus, comandante en jefe supremo de la ISAF (International Security Assistance Force) ha declarado: “No pretendemos transformarlo en una Suiza”.
Tiene razón Petraeus. Pero debería también comprender que la democracia liberal, tal como la interpretamos en Occidente, no es un producto de consumo que bien publicitado genera una demanda sostenida. Afganistán no necesita esto. Por el momento sólo quieren comer y que los dejen en paz.
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