LA SOCIEDAD FABIANA
Focus: Sociedad
Fecha: 18/03/2011
Fundada en 1884, la
“Fabian Society” agrupó a un selecto núcleo de intelectuales británicos, críticos con la sociedad victoriana, el imperialismo de su país y la falta de sensibilidad social de sus gobernantes. Próximos al laborismo, aunque defensores de su independencia, se transformaron en una plataforma de opinión que influyó en el proyecto de la “sociedad del bienestar”.
Entre sus miembros destacaron
George Bernard Shaw, Graham Wallas, H.G. Wells, Virginia Woolf, Emmeline Pankhurst y Bertrand Russell. Gente culta, muchos de ellos de origen aristocrático o burgués, pero severos con sus propias clases sociales y abiertos al reformismo.
Pero quizás los más activos entre ellos fueron
Sydney y
Beatrice Webb, una pareja que equilibraba la capacidad de trabajo del primero con la agudeza y sabiduría de la segunda. Fueron ellos los que con la ayuda de Bernard Shaw y Wallas, y el apoyo financiero de algunos filántropos, crearon la
London School of Economics, considerada desde entonces como una de las mejores facultades universitarias del mundo en el campo de las ciencias sociales.
No sólo esto, la
LSE se convirtió con el tiempo en uno de los grandes foros de debate intelectual, y por esta razón pasaron por sus aulas gentes como
Philip Noel-Baker, Friedrich Von Hayek, Ronald Coase, Amartya Sen, George Akerlof y
Paul Krugman, entre otros destacados científicos sociales.
Pero en paralelo el laborismo se fue degradando y con la llegada de
Tony Blair (un prestigioso “vendedor de aire”), la
LSE se transformó en un productor de títulos, más próximo al neoliberalismo imperante en la
City que a sus fundamentos. Como dijo recientemente el
Guardian, en una escuela para ricos.
Ahora, con la explosión de la crisis libia, se ha puesto al descubierto que los
Gadafi habían hecho importantes donaciones a la
LSE y que incluso algunos de los hijos del dictador habían cursado estudios allí. El director de la escuela ha dimitido, pero el mal ya está hecho.
Si
Sir Bertrand Russell todavía estuviera vivo, los echaría a patadas de sus poltronas de lujo.
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