Focus: Economía
Fecha: 04/04/2016
Los tramperos sabían muy bien que el mayor riesgo que tenían al colocar una trampa era caer en ella. Por eso lo hacían con sumo cuidado, prestando la mayor atención a cada movimiento. Los burócratas del Estado Español, por no saber, no saben ni poner trampas.
Es por ello que mientras que el gobierno en funciones del Estado mantiene su monocorde discurso en el plano político y la “oposición” (por llamarla de alguna forma) sigue practicando pequeños sainetes para distraer al personal, la economía pública se ajusta al guión ya conocido.
Y en este Estado el guión es muy sencillo: los gastos corrientes superan a los ingresos y hay que pedir prestado para cubrir la diferencia. Es decir, Déficit Público, año tras año, que en términos acumulados lleva la Deuda Pública al 100 % del PIB (me parece una soberana estupidez rizar el rizo con los decimales del 99,...%). El 2015 se ha cerrado con un Déficit del 5,16% del PIB.
En el espacio autonómico se reproduce el modelo. En Catalunya cerramos el ejercicio con Déficit y acumulamos Deuda (un 35,3% de nuestro PIB en la actualidad). También, año tras año, gastamos más que “nos ingresan”, concepto este último muy diferente de “lo que ingresamos”. Porque como ya hemos explicado en muchas ocasiones, Catalunya (a través de sus ciudadanos, sus empresas y sus agentes económicos) recauda (ingresa) el 19,5% de todo lo que se recauda en el Estado, pero el Estado Central, al final, sólo le transfiere un 12% y el resto se lo queda. No vamos a insistir en este mecanismo perverso que se halla incrustado en el gen económico-financiero de la España imperial.
Volvamos a nuestra realidad más próxima. Catalunya, cuya Deuda Pública en el año 2000 era sólo del 8,3% del PIB, está ahora en el 35,3%. Y aun cuando sus fundamentos económicos son más que notables, su condición autonómica no le permite emitir Deuda Pública en el mercado de capitales. Que las agencias de rating califiquen la deuda histórica de bono basura no significa nada; en el mercado secundario nadie la compra. De hecho el agujero financiero lo cubre el Estado Central a través del Fondo de Liquidación Autonómico. Casi la práctica totalidad de ese 35,3% está en sus manos.
Ante esta peculiar situación se producen dos tipos de reacciones. La primera procede de los medios de comunicación españoles (la caverna se ha ampliado hasta límites insospechados) que interpretan que los señores Rajoy, Guindos y Montoro tienen, gracias al FLA, la herramienta idónea para sujetar la “deriva independentista”. Según ellos, nos tienen “cogidos por los h.”. La otra reacción es de algunos ciudadanos catalanes (entre miedosos, ignorantes y espantados) que alertan sobre la Deuda Pública catalana y sus graves consecuencias, sin analizar – aunque sea someramente – las razones básicas de este extraño escenario.
Pero contemplado desde la óptica de un inversor internacional de carácter institucional, la lectura es muy distinta. Basta con ceñirse a los hechos para ver que hay algo que chirría. Veamos:
Catalunya (datos macro):
-PIB 204.600 millones de euros.
-Un 18,9% del PIB del Estado.
-Un 19,5% de los impuestos totales del Estado.
-Un 11% del gasto público (excluida la Seguridad Social).
-Un 10% de la inversión en infraestructuras.
-Un 26 % de las exportaciones.
-Un 25% del turismo extranjero.
-Un 16% de la población.
-Un 35,3% de Deuda Pública sobre el PIB.
Resulta evidente que los desequilibrios macroeconómicos de Catalunya vienen determinados por las trampas impuestas por el Estado Central en su sistema de financiación.
El FLA no hace más que suplir parte de la trampa fiscal en forma de crédito (con intereses), introduciendo en el circuito monetario catalán un flujo de dinero que en origen procede de los impuestos pagados en Catalunya y detraídos previamente. Las finanzas catalanas no pueden quebrar porque si lo hicieran se llevarían con ellas las del resto del Estado.
No es que “nos ayuden” voluntariamente; es que no tienen más remedio que hacerlo. En las carteras de valores de los inversores internacionales hay mucha Deuda Pública del Estado Español, deuda que se mantiene a un coste razonable por tres razones exógenas a la economía española: la tasa de interés básico del BCE, el valor de cambio del euro y el precio del barril de crudo. Si alguna de estas variables cambia, el Estado volvería a una situación pre-rescate porque no podría cumplir con el “servicio” de la Deuda.
Es por ello que a mi juicio lo más inteligente por parte de la Generalitat es continuar provocando Déficits y seguir incrementando la Deuda. Siempre contarán con el FLA, aunque al Montoro de turno le siente mal la receta.
La paradoja es que se ha producido un cambio de roles y es la Generalitat la que tiene “cogido por los h.” al Estado Central. El riesgo de “default” sólo lo tienen ellos.
Y es que incluso para poner trampas, hay que saber hacerlo.