LA TRAMPA DEL CAMBIO

Focus: Sociedad
Fecha: 24/07/2001

De tanto usarlas, algunas palabras llegan a perder su significado original. Este es el caso de la palabra cambio, palabra comodín que como sirve para todo, podemos concluir que ya no sirve para nada.

Desde Heráclito todo es proceso, todo es movimiento, todo es un fluir. Nada queda fijado. La tesis sólo se sustenta si tiene frente a sí una antítesis, que dará pie a una nueva síntesis perecedera.

Para los ilustrados el cambio era progreso. Para los revolucionarios, el cambio iluminaba su utopía. Algunos de estos últimos preconizaban el cambio permanente, sabedores de la capacidad de respuesta de las fuerzas del antiguo régimen.

Los pactistas le daban un toque light y hablaban de reformismo como de un cambio "civilizado", un cambio sosegado que se proponía mantener el statu quo.

Los intelectuales de derecha (no es una "contradictio in terminis", aunque pueda parecerlo) hicieron un diagnóstico certero: no hay que oponerse al cambio, sino utilizarlo. Lampedusa sacralizó el mensaje: es menester que todo cambie para que todo siga igual.

Luego vino el cambio del cambio, el cambio tranquilo y otras variaciones de escasa significancia.

Ahora se utiliza en la empresa como herramienta de gestión. Pero la empresa es esencialmente un proyecto de acción por lo que la base teórica de tal asunción es muy débil.

Por otro lado la empresa tiene un componente disciplinario muy acusado, por lo que el furor del cambio está empezando a producir fatiga.

Ya sabemos que el entorno cambia, pero si no nos paramos a reflexionar y a concretar, acabaremos devorados por la vorágine del código.
Alf Duran Corner

 

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